Todos soñamos alguna vez con ser astronautas o viajar en una nave por el Espacio, estar ahí donde pocos o ningún ser humano ha ido antes.

Sueños y escenas que hasta hace muy poco eran sólo posibles en nuestra imaginación o en series como Star Trek, Star Wars o incluso Avengers de Marvel; hoy la realidad ya no esta tan lejos de la ciencia ficción.

Avances en electrónica, miniaturización, ciencia de materiales, inteligencia artificial, sumados a la reutilización de cohetes, producen una transformación mundial conocida como Nuevo Espacio o Espacio 4.0.

Espacio 1.0 es la anciana era de la astronomía como tecnología al servicio, por ejemplo, de la agricultura o la navegación.

Espacio 2.0 es la época emblemática de la carrera a la Luna; alimentada por la guerra fría; se trataba de llegar, y de llegar primero; pero no era sustentable y así se evaporó junto con las ilusiones de toda una generación de niños que aspiraba a llenarse los zapatos de polvo lunar.

Después llegó el Espacio 3.0 de la Estación Espacial Internacional; cooperación en gran escala, países desarrollados haciendo ciencia para lograr una presencia humana permanente fuera de la atmósfera terrestre, como un símbolo de unidad global.

Estas dos ultimas, caracterizadas por la participación casi exclusiva de países y regiones económicamente poderosas del mundo a través de sus agencias espaciales y megaempresas de aeronáutica, Espacio y defensa.

Espacio 4.0 se define por objetivos y actores completamente diferentes. La disminución del umbral de acceso al Espacio, tanto en cargas útiles como en costos de lanzamiento por kilogramo, abre la puerta a pequeños emprendedores y academia; además, genera nuevas oportunidades de negocio.

Esto apunta a que en 2 o 3 décadas habrá decenas de millares de pequeños satélites orbitando la Tierra, como proveedores de servicios a billones de usuarios y centenas de billones de dispositivos conectados.

Veremos al hombre caminar sobre la Luna como algo cotidiano, regresaremos a nuestro satélite para tener una presencia permanente, crear estaciones orbitales, instalar bases superficiales, convertir ese astro en una parte más de nuestro cotidiano, en un continente distante, un puesto de avanzada para conquistar Marte, los asteroides y tal vez las lunas Galileanas de Júpiter.

Habrá transportes espaciales conectando la Tierra con estaciones lunares orbitales y de superficie, vehículos interplanetarios y hasta robots para construir estructuras en la Luna y naves en órbita, o extraer de los cuerpos celestes agua, Helio-3, tierras raras, minerales y metales fundamentales para nuestra tecnología.

La actividad comercial humana abarcará buena parte del sistema solar interior, cuerpos sólidos, la mayoría de ellos sin atmósfera, superficies directamente expuestas al medio interplanetario, el viento solar y la radiación ultravioleta.

Será la nueva realidad de los jóvenes que hoy educamos en nuestras universidades, de los niños que juegan y aprenden sus primeras letras en las escuelas. Una verdadera revolución socioeconómica que, a pesar de sus inmensas ventajas, también producirá grandes brechas entre los que tienen tecnología y los que no la tienen. Hoy se define de qué lado de esa brecha estará México dentro de 30 años.

La Misión Colmena es la primera etapa en un nicho de tecnología espacial que se desarrolla desde hace 5 años en el Laboratorio de Instrumentación Espacial (LINX), del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM, para que México participe de los grandes consorcios que harán exploración científica y explotación comercial del Espacio, por ejemplo, de minería espacial, pero como un actor y no sólo como consumidor.

Colmena se basa en la idea de que la exploración de cuerpos celestes sin atmósfera requiere trabajar en medios sumamente agresivos y, en el caso de asteroides, de muy baja gravedad también, para los cuales un ser humano es inadecuado. Por lo tanto, robots trabajando en forma autónoma serán fundamentales.

Tomando a la naturaleza como ejemplo, Colmena demostrará que robots muy pequeños, trabajando en equipo, pueden ser los mineros del mañana, sobreviviendo a las inclemencias del Espacio y a la agresión del regolito lunar y otros polvos cósmicos.

La Misión Colmena está integrada por un conjunto de 5 micro-robots de tan solo 57 gramos cada uno, con un diámetro de 12 centímetros y toda su electrónica a 18 milímetros del regolito lunar.

Los robots viajarán hasta la Luna acomodados en un dispositivo denominado TTDM, que es a la vez un contenedor, una catapulta que los arroja en la Luna, y una estación de comunicaciones entre los artefactos y la estación terrena en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Todo Colmena tiene una masa de solo 608 gramos, mas o menos lo mismo que 3 celulares inteligentes. Sólo este grado de miniaturización, ya es un desafío tecnológico único a nivel internacional en aplicaciones espaciales.

Como principales objetivos estratégicos de ingeniería de la misión, estos robotcitos evaluarán la posibilidad de sobrevivir a las condiciones agresivas del Espacio y, sobre todo, del regolito; deberán navegar sobre el polvo lunar en forma coordinada para juntarse a partir de una configuración arbitraria.

En la Luna no hay GPS, por lo que ellos tendrán que crear su propio sistema de referencia de navegación.

Además de esto, cada robot es también una estación independiente de medición que, con sus sensores e intercambiando ondas de radio de diferentes frecuencias con el TTDM, obtendrá datos científicos importantes y novedosos.

La Misión Colmena necesita un taxi, por ello será transportada hasta la Luna por la nave Peregrine de la empresa americana Astrobotic, que aceptó la misión después de pasar exitosamente pruebas muy rigurosas realizadas por LINX y sustentadas por más de 5 mil paginas de documentación técnica.

Este archivo es historia pura del desarrollo de tecnología espacial mexicana y también una bitácora del esfuerzo y dedicación de jóvenes, investigadores y técnicos mexicanos por innovar.

Esta es una misión emblemática del Espacio 4.0 y una muestra tangible del talento de más de 200 alumnos de todas las áreas de ingeniería, física, matemática, química, geología, actuaría, psicología, derecho, arte y diseño, quienes la hicieron suya y la volvieron una realidad.

Jóvenes que, en medio a la pandemia, continuaron trabajando sin parar, en situaciones muy difíciles, demostrando su compromiso con los valores la UNAM y con la sociedad mexicana.

Integrada al Peregrine a fines de 2021, en Pittsburgh, Estados Unidos; el lanzamiento es esperado para junio de 2022 y el alunizaje será entre 40 y 60 días después en una región conocida como Lacus Mortis. La misión durará sobre la Luna aproximadamente diez días terrestres.

Colmena no es una única misión, es la primera de una serie de misiones que se pretenden desarrollar primero a la Luna y después a asteroides para desarrollar nuestra tecnología y volverla una herramienta confiable de valor científico y comercial.

Si bien ese es el objetivo de Colemna, su contribución a México comienza a través de la generación efectiva de ciencia y tecnología que puede ser de gran utilidad para el proyecto Artemisa de la NASA; el regreso a la Luna en el contexto del nuevo Espacio.

De hecho, el LINX ya trabaja en la segunda generación de robots, más pequeños y orgánicos, y conversando con empresas lanzadoras.

El mundo moderno se construye con ladrillos de ciencia básica, tecnología en electrónica, ingeniería de precisión, ciencia de materiales, digitalización e inteligencia artificial; el Espacio es el máximo desafío que lleva todas esas áreas a su última expresión y las reúne en un único paradigma.

Invertir en espacio es invertir en el futuro.

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