Por: Miguel Ángel Cruz Pérez, Carles Canet Miquel y Lamán Carranza Ramírez
Cuando Plinio el Viejo murió a causa de una erupción del volcán Vesubio en el 79 d.C., Plinio el Joven, su sobrino, vaticinó que la trágica —pero épica— muerte de su tío pasaría a la historia.
En honor a Plinio el Viejo, las violentas explosiones volcánicas con columnas eruptivas, que alcanzan la atmósfera superior y generan nubes ardientes que lo calcinan todo a su paso, son denominadas por los geólogos como «erupciones plinianas».
El material incandescente que es expulsado en enormes cantidades hacia la atmósfera puede afectar el clima a diferentes escalas; por ejemplo, está bien documentada la afectación global de al menos tres años que ocurrió a partir de la erupción del volcán Pinatubo (Filipinas), en 1991.
En México, la Sierra Madre Occidental se formó hace 30 a 15 millones de años, a partir de erupciones plinianas y constituye una de las provincias geológicas más formidables del planeta.
En tiempos mucho más recientes, hace aproximadamente dos millones de años, erupciones de esta naturaleza, combinadas con un colapso masivo y otros fenómenos cataclísmicos, erigieron la Sierra —o volcán— de Las Navajas, en las inmediaciones de Epazoyucan.
Los tesoros geológicos que esconde este lugar especial, catalogado como geositio del Geoparque Mundial UNESCO Comarca Minera, fueron clave para el desarrollo político y religioso de la porción central de Mesoamérica. El cómo, porqué y cuándo, tejen una historia digna de ser contada.
La Sierra de Las Navajas, una elevación cubierta de bellos pinares y encinares, esconde un tesoro geológico apreciado por el ser humano desde hace milenios: la obsidiana.
La obsidiana es un vidrio volcánico que se produce cuando una lava de composición particular (muy alta en silicio y pobre en gas) es expulsada por un volcán y se enfría rápidamente. El resultado es una roca de aspecto vítreo, con bordes cortantes y generalmente de colores oscuros que van del gris al negro.
La historia eruptiva del lugar determinó una característica peculiar de este yacimiento: la obsidiana se encuentra sepultada en el subsuelo de Las Navajas. Por esa razón los pueblos mesoamericanos, con notables conocimientos empíricos de ingeniería, desarrollaron una minería subterránea compleja con alcances de hasta 60 metros bajo tierra, algo singular que no se ha encontrado ningún otro lugar del continente.
Evidencia científica demuestra que la obsidiana de la Sierra de Las Navajas jugó un papel fundamental en tres poderosas culturas mesoamericanas que se sucedieron en la región: Teotihuacán, los Toltecas y el Imperio Azteca.
Si bien la obsidiana del Cerro de Las Navajas tiene características tradicionales, una inspección visual revela su también especial coloración verde-dorada. Por esa característica, la peculiar obsidiana de Las Navajas era muy apreciada por las élites civiles y religiosas prehispánicas, que le atribuían un valor comparable al del jade (preciado material que sólo se encontraba en la actual Guatemala).
Mientras que las variedades verdosa y dorada se usaron para producir objetos mágico-religiosos y ornamentos, la obsidiana negra, más abundante, sirvió para producir poderosas armas para mantener la hegemonía militar de las culturas mesoamericanas de esta parte de México, además de innumerables utensilios domésticos y agrícolas para las actividades productivas.
Los conquistadores pronto se dieron cuenta del valor estratégico —económico y ‘armamentístico’— del lugar; así, como parte de su táctica colonizadora, erigieron una capilla o visita franciscana que se conserva en el lugar y que posiblemente es la construcción cristiana más antigua de América.
Asimismo, los mineros de la obsidiana fueron llevados a las minas de plata que, con los siglos, se convirtieran en uno de los distritos mineros más productivos del mundo.
La obsidiana y la plata representan el valor del territorio al que hoy llamamos Hidalgo para el desarrollo y destino de las culturas mesoamericanas, así como para la Conquista, basados en un aprovechamiento adaptado a sus características y riquezas naturales.
Esta vocación estratégica es la que busca retomar Hidalgo a través de la ciencia, la tecnología y la innovación, con proyectos de múltiples áreas científicas como la biotecnología, la radioastronomía, la nanotecnología espacial, por mencionar algunas, todas ellas de la mano con la Universidad Nacional Autónoma de México.
Por las investigaciones arqueológicas desarrolladas las últimas décadas en la Sierra de Las Navajas, el Dr. Alejandro Pastrana, del Instituto Nacional de Antropología e Historia, recibió en 2020 elprestigioso Award for Excellence in Arqueological Analysis de la Society for American Arqueology.
Las perseverantes campañas de excavación y los análisis líticos del Dr. Pastrana y sus colaboradores poco a poco sacan a la luz un asombroso complejo arqueológico de obras mineras prehispánicas, talleres para el trabajo de la obsidiana, campamentos y destacamentos militares, de tres culturas mesoamericanas, a las que se suman enigmáticos vestigios coloniales.
Este frágil patrimonio universal bien merece ser reconocido y rescatado por las autoridades, para que pueda ser apreciado y disfrutado por todos los mexicanos.
Por ello, se trabaja en regulaciones y se realizan las gestiones para priorizar una conservación compatible con el desarrollo turístico responsable, el cual, desde luego, tiene un enorme potencial; y hasta que no se concreten, el destino de la riqueza natural y cultural que atesora este paraje de la geografía hidalguense será incierto.
Este artículo surge de los datos y hallazgos de científicos, investigadores y compañeros con pasión por la Geología como Érika Salgado Martínez, Eduardo García Alonso, Juan Carlos Mora y el arqueólogo Alejandro Pastrana; en un journal publicado en el sitio web de la Unión Europea de Geociencias (EGU por sus siglas en inglés).
A través de sus aportaciones, estos destacados mexicanos, explican de manera exhaustiva el inconmesurable valor geológico, político, minero, estratégico y religioso de la Sierra de las Navajas.
En este sentido, el Geoparque Mundial Comarca Minera, declarado por la UNESCO en 2017, provee un marco excepcional para realzar la visibilidad internacional del patrimonio extraordinario de la Sierra de Las Navajas, promover su conservación, e impulsar estrategias de desarrollo en beneficio de las comunidades locales.
Miguel Ángel Cruz Pérez, Maestro en Ciencias de la Tierra por la UNAM. Equipo técnico del Geoparque Comarca Minera y evaluador certificado de geoparques de la UNESCO.
Carles Canet Miquel, doctor en ciencias geológicas (Universidad de Barcelona), coordinador de investigación del geoparque Comarca Minera e investigador titular del Centro de Ciencias de la Atmósfera, UNAM.