Mudo de interés por lo que nos mata a plomo diario, el Presidente dedica cuerpo y pensamiento al “adversario”, los enlista, describe, aplasta y luego vuelve a pasar lista, lo hace un día, dos días, toda la semana; parece que además de clasificarles los pecados, consigue conocerles el alma, y esa es justamente su fórmula de redención: la simbiosis que sostiene su discurso, el discurso que sostiene su gobierno.

El poder, con sus miserias y grandezas, lo mantiene ebrio de glorias. Olvidó que antes de vivir en un palacio fue adalid de la que él denominó “revolución de conciencias”. Olvidó que fue él quien despertó al tigre y que éste no volverá a dormir; tal vez ese sea su único legado. El Presidente de vez en cuando redescubre la pólvora, y el miércoles anunció que su próxima movilización aplastará a la manifestación del domingo en poder de convocatoria, y aunque no lo presumió, también podría arrasar en cantidad de pillos marchando, pues Morena enfila figurones como Manuel Bartlett o Félix Salgado Macedonio, y también podrían echar mano de su catálogo de exgobernadores priistas y panistas que, en busca de impunidad, entregaron sus estados y hoy gozan de embajadas y otros premios.

La marcha será encabezada por el líder de la 4T; parece que ésta partirá de su ego para recorrer la avenida de la arrogancia y llegar al corazón de la ciudad donde vivía su vanidad, dejando claro que no perdona a la Ciudad de México; podría perdonar a criminales y rebautizarlos, pero jamás a los ciudadanos que abandonaron el dogma de su movimiento.

Los capitalinos son hasta ahora el temblor más obstinado en el piso de la 4T, y no se trata de la cantidad de manifestantes del pasado domingo, estamos hablando de la tan temida clase media, son sus aspiraciones y congruencia las que le roban el sueño a los engolosinados de poder, pues fueron ellos los que les arrebataron en las elecciones de 2021 la mitad de su poderío original, son los que, en su diccionario de calificativos, saltaron de mayoría consciente a minoría rapaz.

Fue en la Ciudad de México donde Cuauhtémoc Cárdenas sembró la primera semilla de la esperanza, fue ahí donde Andrés Manuel construyó la más feroz y perseverante de las oposiciones, la que acabaría con todo eso que nos marginó de la justicia e igualdad; desde entonces, fueron ellos, los más ambiciosos, educados e informados los que abrieron la puerta a la izquierda en México, fueron los “aspiracionistas” los que defendieron la democracia.

A cuatro años de la histórica victoria, el líder ahora se inclina por la población tocada por la plenitud de pereza, los que persiguen el beneficio de la lisonja y los que miden el desarrollo del país con aplausos, es esa su amplísima base política; sin embargo, una pequeñísima manifestación de apenas 12 mil participantes (según datos de la autoridad capitalina) le habría recordado al Mandatario que los ciudadanos ya conocen el camino, y no es otro que el trazado al lado de aquel jefe de Gobierno del Distrito Federal que salió a las calles con la bandera de la esperanza y las recorrió cientos de veces... hasta que las hizo suyas.

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