La que llegó a su nuevo trabajo con polémica incluida, nos cuentan, es la recién nombrada fiscal de Baja California, María Elena Andrade Ramírez, quien el pasado jueves fue elegida por el Congreso estatal, tras la renuncia de Ricardo Iván Carpio. Nos relatan que antes de asumir el despacho, doña Elena era subsecretaria del Sistema Penitenciario de la entidad, pero horas antes de salir del puesto, se reportó la fuga de un reo del penal El Hongo, en Tecate, quien estaba condenado a 20 años de prisión y, como dicen en las carpas que “el show debe continuar”, doña Elena se fue a su nuevo cargo y le dejó “la papa caliente” al próximo responsable de los penales o, como dicen, “más vale aquí corrió, que aquí quedo”. ¡Zas!
Alcalde de humor cambiante
Después de varios días de silencio, nos platican que en Zacatecas reapareció el alcalde de Fresnillo, Saúl Monreal Ávila (Morena), aunque dejó de hacer su típico Jueves de Rolitas, ya que en días recientes ocurrieron algunos asesinatos y desapariciones de alto impacto en su pueblo, sobre todo los casos de un estudiante y un triatleta que no han sido localizados y le quitaron lo envalentonado que estaba cuando fue a reclamarle al Inegi por qué su municipio salió con altos índices de percepción de inseguridad. Nos dicen que ahora anda de otro talante y hasta comparte el puesto con Karely, la reina de la feria, al nombrarla “alcaldesa por un día” y le echó la manita atendiendo a 700 fresnillenses. Al parecer, gobernar no es nada fácil.
El escurridizo exfuncionario
A quien “ni su mamá ha visto” en Chihuahua, nos comentan, es al exsecretario de Hacienda del estado en la pasada administración Arturo Fuentes Vélez (PAN). Nos detallan que nadie sabe de don Arturo desde que la Fiscalía Anticorrupción del estado inició un proceso en su contra por desvío de recursos y el cual ha ido creciendo “como bola de nieve”, al punto de que hay una alerta migratoria, debido a que aplicó el “patitas, para qué las quiero” y huyó, pero cuando entre los grupos panistas del estado se menciona su nombre, más de uno se sonroja o “se agachan y se van de lado”. ¡Qué olvidadizos!