Al que le aplicaron en Nuevo León el “que dice mi mamá que siempre no”, nos platican, fue al exgobernador Jaime Rodríguez Calderón El Bronco, pues el dirigente estatal del PVEM, Edgar Salvatierra Bachur, negó que forme parte de su lista de candidatos para una diputación local plurinominal. Sin embargo, nos indican que en los pasillos de Morena se habla de que sí estaba amarrado por el Verde, pero los altos mandos morenistas cuestionaron el descrédito que arrastra don Jaime y que fue soberbio e irrespetuoso con el presidente Andrés Manuel López Obrador cuando impulsó la Alianza Federalista, además de que todavía está pendiente el proceso que el Congreso local lleva en su contra por el caso de las Broncofirmas. ¡Y se marchó!
Ni lamento ni disculpa de Monreal
A casi una semana de la represión y abuso policial del 8M en Zacatecas, nos cuentan que, para romper su silencio sepulcral, al gobernador David Monreal Ávila (Morena) se le ocurrió emitir un comunicado en el que manifiesta que su gobierno “es aliado de las mujeres” y hasta hizo un llamado “a todos los sectores a llevar una agenda de género”, pero ni por error lamentó los hechos y mucho menos se disculpó como se lo ha exigido el movimiento feminista. Todo indica, nos dicen, que don David indignado no está, pues el comunicado, respaldado por una veintena de sus funcionarios, no ameritó que lo difundiera en sus redes sociales. ¡Zas!
“Ni para melón ni para sandía”
Desde Morelos, nos comentan que en Morena optaron por la decisión salomónica para definir la candidatura a la alcaldía de Cuernavaca. Nos relatan que en las encuestas iban “palmo a palmo” los “gallos” de los dos grupos más fuertes: el senador Sergio Pérez Flores (Morena), del bloque del gobernador Cuauhtémoc Blanco (Morena), y el exdiputado federal del PAN Javier Bolaños Aguilar, del grupo de la candidata gubernamental Margarita González Saravia (Morena), pero en la zancada final, ¡zas!, la Comisión Nacional de Elecciones anunció que “la ganona” era la exdiputada local de Morena Alejandra Flores Espinoza. Como decía la abuela, ¡ni para Dios ni para el diablo!