¿Cuándo el Presidente López Obrador dejó de defender las causas del pueblo mexicano?, ¿cuándo le dio la espalda a todo lo que defendía? Sin duda, fue en el momento en que amenazó con aplastar la Constitución y pasó de ser un demócrata a un tirano.
Según el diccionario de la lengua de la Real Academia Española, un tirano es quien “abusa de su poder, superioridad o fuerza” o quien “rige sin justicia y a medida de su voluntad”. Cualquiera de las dos acepciones, describe a la perfección el actuar del presidente López Obrador.
Mientas la pobreza ha incrementado y se han generado más de 4 millones de nuevos pobres, mientras se vive una crisis de inseguridad que ha ocasionado más de 124 mil asesinatos y más de 30 mil desaparecidos, mientras los hospitales no tienen medicinas y los mexicanos están perdiendo la vida, el presidente López Obrador, como todo tirano, abusa de su poder y quiere destruir a las instituciones.
Es lamentable ver a un presidente obsesionado con aplastar a los demás poderes y cómo Morena se lo permite. Públicamente, el primer mandatario ha despreciado a la Constitución diciendo que publicará un acuerdo para que las fuerzas armadas se encarguen de la seguridad de los mexicanos. Cuando era oposición, López Obrador decía que: “el ejército no debe utilizarse para suplir las deficiencias de los gobiernos” y hoy, siendo el titular del Ejecutivo federal, apuesta por militarizar al país.
Los organismos internacionales de derechos humanos han dicho que los militares deben estar en los cuarteles, y el artículo 21 de nuestra Carta magna es claro y dice que las instituciones de seguridad pública, incluida, por supuesto, la Guardia Nacional, serán de carácter civil. Con el anuncio del acuerdo presidencial, sería su segunda intentona para cumplir con su nuevo capricho, la anterior, fue el decretazo de mayo de 2020. ¿Cómo se atreve a no obedecer nuestra Constitución?
Ante esta ilegalidad, la entonces Presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados y algunos municipios presentaron controversias constitucionales. Desafortunadamente, después de dos años no ha habido una resolución por parte de la Corte. De resolverse, servirán como precedente para detener cualquier otra intentona presidencial que violar nuestra Constitución.
Como Morena y sus partidos aliados no tienen argumentos para debatir en el Congreso mexicano contra la oposición y como saben que no tienen los votos para aprobar su reforma constitucional, le apuestan a brincarse las trancas de forma descarada.
Hoy más que nunca, ante un primer mandatario que pretende gobernar a decretazos inconstitucionales e inconvencionales, urge un congreso fuerte y que los ministros de la Corte actúen a la altura de sus responsabilidades. Sin dobleces y sin mayor dilación.
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