Al presidente López Obrador siempre le ha incomodado la transparencia y la rendición de cuentas. Incluso, ha utilizado al Congreso mexicano, para que no se llame a comparecer a sus servidores públicos. Lo que se vivió este miércoles en el Senado de la República es altamente vergonzoso.

Con motivo del informe anual de actividades del Ejecutivo federal, en septiembre de este año, se agendó y aprobó la comparecencia de diversos servidores públicos, entre ellos, el secretario de la Defensa, el de la Marina y el titular de la Guardia Nacional. Sin embargo, el martes, un día antes de celebrarse la comparecencia, los legisladores de Morena cambiaron las reglas y modificaron la agenda para que sólo hablara la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana.

López Obrador tiene una obsesión por la opacidad y no permite que se les cuestione a las fuerzas armadas sobre el hackeo denominado #GuacamayaLeaks. Es claro que no quiere que se hable del tema porque se descubrió que su gobierno es altamente corrupto y que no ha actuado frente a la delincuencia.

Hoy, gracias a lo que los distintos medios de comunicación han hecho público, se sabe que hay vínculos de corrupción entre las bandas delincuenciales y los funcionarios de Morena; que se están enriqueciendo al favorecer a ciertos contratistas y sobre todo, que hay excesos en el Poder.

Es urgente que cambie la fallida estrategia de abrazar a los delincuentes que ha dejado a más de 130 mil familias en luto por los asesinatos, las masacres y más de 36 mil desaparecidos. Las cifras son públicas y demuestran que los homicidios dolosos y los feminicidios van en aumento. Ya basta de mantener un discurso ideológico desde el gobierno que no resuelve el problema número uno que viven los mexicanos: la inseguridad.

No obstante lo anterior, el Presidente no permite que haya un diálogo franco entre los Poderes de la Unión e impide que se cuestione a su gobierno sobre las malas decisiones que él, como titular del Ejecutivo federal, ha tomado. Es inverosímil cómo, si le han cargado tantas responsabilidades al ejército, no se permita desde Palacio Nacional, que haya un intercambio de ideas con el legislativo.

Silenciar a las fuerzas armadas y descalificar la información hackeada es la única herramienta que le queda al presidente López Obrador para distraer a la opinión pública, porque esta filtración lo enfrenta a una lastimosa realidad: su estrategia ha ensangrentado al país y los abrazos al crimen organizado ha dejado más muertos que nunca en la historia moderna. Sin embargo, él no es capaz de corregir el rumbo ni de aceptar sus errores, por eso, prefiere la opacidad.

Es un grave error no permitir la posibilidad de que los mexicanos se enteren de lo que pasa en el país. Queda claro que el presidente López Obrador entorpece la labor de contrapeso del legislativo, se burla de los ciudadanos que sufren las consecuencias de la crisis de inseguridad y deja en desamparo a las miles de víctimas de este país.  

Senadora de la República

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