Es un hecho, que este proceso comicial estuvo plagado de irregularidades, ya que el presidente López Obrador, desde un inicio, metió las manos en la elección. Ha recibido, al menos, 20 sanciones por parte del Tribunal Electoral y se le han dictado 52 medidas cautelares por violar los principios de imparcialidad, neutralidad y equidad en la contienda. Usó ilegal e inmoralmente los recursos públicos a través de los programas sociales para promover a su partido político: Morena.
El Presidente de la República se convirtió en el jefe de campaña y dispuso de recursos públicos para financiar su proyecto. No acató las prohibiciones constitucionales y legales. Mintió, porque dijo que iba a respetar el proceso electoral y no lo hizo. Incluso, utilizó el micrófono presidencial para dañar candidaturas.
La violencia que se vivió en el proceso electoral fue desestimada por el titular del Ejecutivo federal, 37 candidatos fueron asesinados, más de 300 ataques y amenazas fueron contabilizados por distintas organizaciones, sin embargo, no tuvo la altura de miras para mandar condolencias, ni para reconocer que el país está bajo fuego.
Hoy, esta intervención indebida y descarada de López Obrador tiene como consecuencia que el Estado de derecho se encuentre en riesgo. Las instituciones se verán deterioradas porque Morena tendrá manga ancha para minarlas. No quieren contrapesos. Tampoco quieren voces críticas, por eso las han perseguido. Esa ha sido la constante de Morena.
Ayer, en total descaro, los legisladores de Morena, amenazaron que, con su peligrosa mayoría, aprobarán en el mes de septiembre —antes de que el presidente López Obrador deje su gobierno—, reformas que son alarmantes para nuestra democracia. Quieren destruir al Poder Judicial, quieren procesos electorales a modo, desaparecer a los organismos constitucionalmente autónomos y, sobre todo, quitar de su camino a todo aquello que simbolice un contrapeso al gobierno.
Aprobar estas reformas en el ocaso del actual gobierno, es el acto más autoritario de Morena y pone en alerta a los mercados financieros, ya que por ejemplo, la bolsa mexicana ha sufrido desplomes no vistos en los últimos veinte años. Subió el dólar en estos días, como no había sucedido antes.
López Obrador debe respetar la voluntad popular que votó por la doctora Claudia Sheinbaum, debe dejar que ella, como la primera mujer presidenta de este país, decida su proyecto de nación. México no necesita, ni merece un Maximato. ¿Qué quiere López Obrador?, ¿quiere continuar mandando?, ¿quiere decirle a quien tuvo el respaldo de la mayoría en las urnas: no mandas tú, mando yo? Esto es ofensivo y probablemente hasta machista y misógino.
México necesita pluralidad, fortaleza de ideas, un Congreso que debata y delibere, pero sobre todo, que genere mejores condiciones para todos.
El pilón: El 6 de junio de 2019, se aprobó la reforma en materia de paridad que presenté, iniciativa que posteriormente otros grupos parlamentarios también realizaron, para que las mujeres ocupen el 50 por ciento de los puestos de decisión en los tres poderes de la unión, en los organismos constitucionales autónomos y en los tres órdenes de gobierno. Sin duda, esta reforma que cumplió sus primeros 5 años de vida, debe ser acatada por la nueva titular del Ejecutivo federal.
El país siempre será mejor si se construye con una visión complementaria entre hombres y mujeres.