Los avances que las mujeres hemos tenido a lo largo de la historia son claros y distinguibles, hoy tenemos la posibilidad de elegir a nuestros gobernantes, de ocupar cargos de decisión, de tener un patrimonio propio, de desarrollarnos económica y profesionalmente, así como de tener un liderazgo tanto en el sector público como en el privado.

Todos estos avances se ven desafortunadamente eclipsados con sucesos como los que ha tenido que vivir María Elena: una joven mixteca —oaxaqueña—, de 23 años, saxofonista de profesión y con un futuro lleno de proyectos. Todos los derechos que María Elena había logrado materializar, se vieron vulnerados porque alguien decidió lastimarla, decidió atacarla y quemarla con ácido.

Esta nueva y despreciable forma de ataque a las mujeres demuestra la violencia que un ser humano puede ejercer sobre otro, demuestra que hay personas que piensan que son tan poderosas que no solamente pueden lesionarte, sino además, dejarte marcas de por vida. Lo que hoy exigimos para María Elena son tres cosas absolutamente fundamentales y las expreso en esta columna porque ninguna de las autoridades de este país debe soslayarlo.

Como país debemos garantizar tres cosas: primero la protección a su seguridad, ella necesariamente regresará a su natal Huajuapan de León donde puede ser nuevamente atacada de manera infame e incluso peligra su vida, las autoridades deben ser responsables para que esto no suceda. Segundo, debe contar con un acompañamiento estatal y nacional para tener acceso a tantas cirugías como su cuerpo lo permita, así como a los tratamientos necesarios para recuperar su salud física y emocional; entendiendo que esto es muy largo, muy costoso y muy doloroso, ella llevará la peor parte que es la del dolor, pero necesita de instituciones que respalden y acompañen todos los gastos y atenciones que sean necesarios. Y tercero, es absolutamente obligado que la Fiscalía estatal haga una investigación seria, profunda y objetiva para encontrar al responsable y sancionarlo.

Lo que le ha pasado a María Elena no debería repetirse. Es una obligación ética de las autoridades en este país, generar las condiciones legales y de políticas públicas para que esto no continúe. Por lo que hace al espacio legislativo, el Congreso de la Unión está obligado a tipificar estos ataques con ácido de manera ejemplar, que le deje claro a quien intente dañar a otra persona —sea mujer u hombre— que no quedará impune su actuar.

Estamos cerrando un año más, estamos en días de reflexión, de introspección, de reconciliación, de pensar en el otro; eso nos evoca la Navidad y el Año Nuevo, así que es obligado reflexionar sobre las acciones que debemos corregir para evitar que un ser humano lastime a otro.

Estimada María Elena, sirvan estas palabras para decirte desde aquí, que te acompañamos, te respaldamos, que sabemos que el proceso no ha sido fácil porque tres meses en la invisibilidad demuestran que algo no está funcionando en la protección de los derechos de las mujeres en este país. Hago votos para que tanto a nivel estatal como nacional, podamos ayudarte a que encuentres justicia. ¡No estás sola!


Senadora de la República

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