Todo lo que hace y dice este gobierno está plagado de mentiras. Lamentablemente la investigación sobre los 43 estudiantes de Ayotzinapa no es la excepción. Hace un par de meses, la administración del presidente López Obrador, catalogó las desapariciones como un “crimen de Estado”. Las pruebas que usó el subsecretario Encinas para llegar a esta conclusión, fueron unos chats que hoy sabemos, gracias al diario The New York Times, que pueden ser falsas.
Derivado de estas supuestas evidencias en las que basó la nueva verdad, se confrontaron las instituciones: la Secretaría de Gobernación contra las Fuerzas Armadas. Se desgastó la imagen del Ejército, sosteniendo una posible participación de algunos elementos en este crimen. Por su parte, la Fiscalía General de la República pidió se liberaran órdenes de aprehensión y con posterioridad algunas de ellas, fueran canceladas.
Durante todo este tiempo, ha habido un cúmulo de tropiezos: una investigación que se sostuvo en 467 capturas de pantalla que no fueron debidamente verificadas ni analizadas; la posterior renuncia del Fiscal Especial del caso; y un viaje a Israel para negociar con el ex Director de la Agencia de Investigación Criminal, sin embargo, este desaseo se debe exclusivamente a la premura del presidente López Obrador para seguir usando la tragedia de Iguala como plataforma de campaña.
En casi cuatro años de gobierno, Morena no ha estado ni mínimamente cerca de la verdad. Las familias siguen sin justicia. Los jóvenes siguen sin aparecer. Y la exigencia de que se esclarezcan los hechos se hace escuchar cada día con mayor ahínco en las calles de nuestro país.
Pero ante esta realidad que le golpea en la cara al presidente López Obrador, sólo hay agresiones hacia los medios de comunicación que develan las mentiras en las que están basadas las investigaciones del gobierno. Es inadmisible que el primer mandatario de México, encubra a los servidores públicos de su gobierno y ataque al diario norteamericano, ante la evidencia de que su gobierno ha manipulado pruebas para construir un caso.
La verdad es clara, los responsables no están en la cárcel; se utiliza a las instituciones para perseguir a actores políticos; siguen sin aparecer los estudiantes; no hay rastros de dónde puedan ser localizados con vida, o en su caso, dónde están sus cuerpos; en los hogares sigue faltando un hijo, un esposo, un amigo que por la negligencia del Estado se desconoce su paradero.
Hoy, las mentiras del gobierno de López Obrador han alcanzado al caso Ayotzinapa. Ocho años han pasado y no se sabe con claridad qué ocurrió aquella noche en Iguala.