Mientras México se encuentra atravesando por una crisis de seguridad, por el desabasto de medicinas, por la falta de servicios de salud eficientes y por una alta inflación, el hijo mayor del Presidente de la República ha amasado una fortuna que, al menos el 99% de los mexicanos no puede tener ni con toda una vida de trabajo.
Los primeros tres años del gobierno de Morena han sido un duro golpe para los mexicanos. Las decisiones del partido en el poder han generado 4 millones más de nuevos pobres, han sido asesinadas más de 100 mil personas, cada día mueren más de 10 mujeres de forma violenta y qué decir del mal manejo de la pandemia con más de 300 mil fallecidos —según los datos oficiales, sin contabilizar los más de 460 mil decesos relacionados con la pandemia.
Este lunes y en menos de 2 minutos, el Presidente de la República quiso justificar a su hijo señalando que no tenía injerencia en las decisiones de su gobierno y que su esposa es la que tiene dinero. ¿A quién quiere engañar diciendo que sus hijos no tienen influencia para que se asignen contratos, cuando claramente una investigación periodística ha demostrado que existe un vínculo entre una empresa contratista de Pemex y la familia López Adams?
No se puede tapar el sol con un dedo. Hace tres años, el primogénito de los López Beltrán decía que no sabía a qué se dedicaría. Hoy, tiene una vida de millonario. Es claro que sus viajes, las mansiones en las que ha vivido, las albercas con jacuzzi y los automóviles no se han pagado solos y al parecer provienen de una red de corrupción y de tráfico de influencias que debe ser investigada.
Desde la palestra presidencial todos los días se invita a vivir una vida sin lujos, sin suntuosidades, sin frivolidad y se critica a quienes aspiran a tener una vida mejor. Aunque en realidad, el Presidente López Obrador vive en un palacio que nos cuesta a los mexicanos cerca de 6 millones de pesos al mes. Tanto él, como las mansiones de su familia en Texas, echan por la borda el discurso populista y exhiben la incongruencia de su gobierno.
¿Dónde quedaron aquellas lecciones de austeridad, de traer doscientos pesos en la cartera y transportarse en vehículos austeros?, ¿dónde quedó aquel gobierno que iba a combatir la corrupción? Se comprometieron a barrer las escaleras de arriba hacia abajo, en cambio, seguimos sin saber cómo el director de la CFE adquirió 23 casas y 2 terrenos.
Los hechos y el discurso dejaron de empatar. Ha quedado al descubierto el derroche y la hipocresía del partido en el poder.
¿De dónde tantos millones?, ¿de dónde todos esos lujos que son imposibles de pagar para los mexicanos?, el pueblo de México necesita justicia, no funcionarios del gobierno enriqueciéndose a costa del erario.
Por ello, las instituciones del Estado mexicanos deberán resolver sobre este caso. Les tocará a la Unidad de Inteligencia Financiera, a la Fiscalía General de la República, a la Secretaría de la Función Pública y a la Auditoría Superior de la Federación, realizar una investigación puntual, objetiva, exhaustiva y transparente que dé certeza a los mexicanos. Por el bien de México, urge que se conozca la verdad.
Senadora.