El fallecimiento de la reina Isabel II de Inglaterra ha puesto de luto al mundo entero. La reina no solo fue una monarca, fue un ícono de la democratización del mundo, una lideresa para las mujeres y para distintas generaciones.
Fue, sin duda alguna, una mujer emblemática, que representó un sólido liderazgo desde la época en la que apenas comenzaba la lucha por el reconocimiento de los derechos de las mujeres. Rompió con los estereotipos y abrió las puertas del palacio de Buckingham a las mujeres dedicadas a los negocios, al arte, a la literatura, a la política, a la ciencia y a la moda en su país. Estrechó la mano de las únicas tres primeras ministras de su nación, Margaret Thatcher, Theresa May y, recientemente, Liz Truss. Hoy convoca un reconocimiento generalizado tras su muerte.
Isabel II fue parte de la transformación del mundo desde la Segunda Guerra Mundial, en la que participó siendo muy joven y en donde fue la primera de la familia real en alistarse. Le tocó liderar a su país durante la Guerra Fría, representando los ideales de pacificación y libertad del mundo occidental frente a las presiones de la Unión Soviética. Vio surgir la era digital y se convirtió en un símbolo de estabilidad tras la salida de la Unión Europea.
Isabel II fue la sexta mujer en ascender al trono británico y se mantuvo en el trono por más tiempo que cualquier monarca europeo. Fue una mujer que entendió la dimensión de su encargo. Mientras más conocemos de su vida, podemos afirmar con mayor seguridad que siempre puso a su país, al mundo, por encima de cualquier ambición personal; que tuvo conciencia de su rol y de su responsabilidad.
Estudió historia, música, arte y derecho constitucional, y participó en la vida pública de su nación desde los 14 años. Su reinado fue un parteaguas en la discusión sobre derechos y libertades de las mujeres. Podríamos pensar, incluso, que la relativamente alta y pronta incidencia de liderazgos femeninos en el Reino Unido fue posible gracias al liderazgo de Isabel II.
La última imagen pública de la reina con la primera ministra Truss es emblemática. Representa el poder público de dos mujeres. Una con enorme experiencia y fortaleza, otra a quien le tocará demostrarse. Sin embargo, es muy simbólico que el fallecimiento de la Reina se haya dado apenas días después de la llegada de Truss.
La reina Isabel fue símbolo de muchas épocas. Su templanza y serenidad sirvieron de balanza en un mundo con liderazgos breves e impulsivos. Es un referente para muchas generaciones. La seriedad con la que reconoció la trascendencia de su encargo debiera ser ejemplo para todos los que asumen una responsabilidad pública, sobre todo aquellos que lo han hecho voluntariamente.
Gracias a ella y muchas más mujeres, hemos podido construir un mundo más igualitario. Confío en que seguiremos avanzando en ese camino con respeto enorme por su legado.
Senadora de la República
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