Metaverso se ha convertido en una de las palabras más nuevas y, al mismo tiempo, más de moda. Pero, ¿de qué va todo ese asunto? En 2021 el término “metaverso” comenzó a ser del dominio común, no así de entendimiento generalizado. Por eso quiero plantear un acercamiento a este auténtico iceberg, del cual apenas podemos ver la punta y que podría tener amplias repercusiones en la industria inmobiliaria.
De entre todas las formas de precisarlo, una de las más interesantes es aquella que lo define como la convergencia de dos ideas que existen desde hace muchos años: la realidad virtual y una segunda vida digital. Y es que, por décadas, los tecnólogos han soñado con una era en la que nuestra vida virtual desempeñe un papel tan (o más) importante que el de nuestra realidad física.
En ese supuesto –que de hecho ya estamos viviendo desde hace algún tiempo, para ser honestos– pasaremos más tiempo del que ya destinamos interactuando con la familia, los amigos o colegas en las redes sociales y otros medios online, en un espacio virtual que cobrará cada vez más relevancia de modo que, poco a poco, nuestros avatares digitales gastarán dinero en toda clase de productos y servicios, e incluso harán inversiones inmobiliarias con miras a generar ganancias como en el mundo real, pero a velocidades de vértigo y a precios que hoy parecen escandalosos.
De acuerdo con diversos medios internacionales, las ventas de bienes raíces en las cuatro principales plataformas del metaverso –Sandbox, Decentraland, Cryptovoxels y Somnium– alcanzaron 501 millones de dólares el año pasado. Además, CNBC estima que esa cifra podría duplicarse en 2022 e inclusive que el mercado inmobiliario del metaverso crecerá a una tasa anual compuesta de 31% por los siguientes seis años.
Fundamentalmente, el metaverso implica darse la oportunidad de tener una identidad digital, asumir un comportamiento digital en un mundo virtual con un potencial enorme de crecimiento y eso no solo tiene una dimensión psicológica, sino también económica y sociológica. Venimos de un mundo 2D y estamos pasando a un universo 3D en donde las interacciones, desde mi punto de vista, van a poder ser una mezcla entre el mundo físico, real y lo virtual.
Recuerdo que cuando estalló el internet nadie sabía qué era, para qué servía y, sobre todo, para qué podría servir en el futuro. Pero esa era una tecnología con 10 o 12 años de desarrollo previo. Nadie apostaba por la web y mucho menos le encontraba un sentido a tener un dominio; sin embargo, hoy compramos con un clic y podemos decir que el comercio electrónico fue un salvavidas para las economías de muchos países tras los efectos de la pandemia.
Somos una generación de transición y, aunque es muy apresurado adelantarnos a las posibilidades, sí es un buen ejercicio sopesarlas. El metaverso es interesante por esa capacidad que plantea de poder crear conexiones entre personas en un mundo nuevo de manera totalmente distinta.
Hoy gracias a él ya es posible recrear ciudades enteras de forma virtual para facilitar la decisión de invertir o no en un proyecto inmobiliario; se puede promocionar un desarrollo en todo el planeta y no sólo en la comunidad local; es posible comercializar parcelas de tierra virtuales, y las personas son capaces de entregar valor a través de instrumentos tecnológicos como los NFTs (tokens no fungibles).
En mi opinión, los NFTs a través de la tecnología blockchain o los smart contracts, van a traer un claro beneficio al mundo de los bienes raíces y será respecto a la velocidad de las transacciones. En la actualidad, comprar o vender una propiedad en México es un proceso que toma de 10 a 18 meses; sería una locura que esos nuevos avances –cuyo mayor atractivo es su carácter incorruptible– pudieran acelerar el trámite a sólo dos meses.
Las empresas inmobiliarias y los profesionales del rubro tendrán que apalancarse de esa nueva herramienta y no verla como una amenaza. Hoy se están creando las condiciones para empezar a conocer y usar estas nuevas tecnologías; más adelante tendrá que haber intermediarios capacitados para hacer un uso efectivo de las mismas.
Para el asesor inmobiliario vienen momentos importantes de transformación. Si bien también habrá retos, contar con una aceleración en la velocidad de cierre le permitirá tener mayor previsibilidad de su negocio y crecer en ese sentido.
Este punto, a su vez, nos lleva a otro aspecto clave del metaverso, y es la regulación en un mercado tan complejo per se como el inmobiliario. Me parece que, en esencia, el objetivo del metaverso, el blockchain y la tokenización es descentralizar y dejar en el pasado los procesos burocráticos.
En México sabemos que uno de los principales desafíos es la profesionalización de los asesores en este rubro y, si el Estado no ha tenido la suficiente capacidad para establecer una licencia, sería casi imposible pretender que establezca las reglas del mercado inmobiliario del metaverso. El hecho de que se tengan que establecer precedentes legales a posteriori, incluso para determinar la propiedad en el metaverso es otro punto a considerar. Pienso que lo que eventualmente sucederá es que el mercado se va a autorregular –para bien o para mal–, y eso será un punto de inflexión muy importante.
Twitter: @Kgoudiaby