Yo soy de San Juan del Río, Querétaro. Mi esposa es de la Ciudad de México. Tengo amigos de Caracas, otros de Bogotá. Trabajo con personas de Cuba, El Salvador, Ecuador y Argentina. En Estados Unidos todo el mundo es de otro lugar. Incluso los Nativos Americanos, solo que ellos llegaron primero que todos los demás. El país es tan atractivo que, de acuerdo con la empresa de análisis y consultoría Gallup, 160 millones de adultos en todo el planeta dicen que se mudarían a Estados Unidos si pudieran.

Esa atracción está hoy en el centro de los problemas que enfrenta el Presidente Biden, y podría costarle la reelección. De acuerdo con las encuestas, los estadounidenses tienen más confianza en los republicanos para resolver los problemas migratorios en el país.

En 2016, Donald Trump enfocó su campaña en la migración, desde las primarias hasta la nominación y después la presidencia. En aquel tiempo, aseguraba que había números récord de personas que cruzaban la frontera sin papeles. Eso era falso entonces, pero es verdad ahora.

Según el Departamento de Seguridad Nacional, hubo casi 250 mil encuentros de migrantes con la Patrulla Fronteriza solo en noviembre pasado. Casi todos piden asilo y quedan libres en el país, a la espera de que sus casos se resuelvan. Gobernadores republicanos, como el texano Greg Abbott, han pagado para enviar a muchos de estos migrantes a ciudades demócratas, como Nueva York, para que sientan los problemas que normalmente enfrentan las localidades fronterizas. La tensión se cocina a fuego lento entre políticos cuando de migración se trata.

El aumento en los cruces no es solo responsabilidad del Presidente Biden: cuando el mercado laboral es sólido, los incentivos para vivir y trabajar en Estados Unidos aumentan. Pero algo de culpa sí descansa en la Oficina Oval.

La presidencia de Trump y su discurso radical antiinmigrante, radicalizó a algunos demócratas hacia el otro extremo. Cuando llegó a la Casa Blanca en 2021, el instinto natural de Biden fue hacer todo lo contrario a Trump en la frontera: dejó de levantar el muro, eliminó el programa Remain in Mexico y el Título 42 y asumió un discurso más humanitario.

Siguió un aumento en la inmigración irregular.

Después de las elecciones de mediotermino, eso ha cambiado un poco. El gobierno de Biden retomó la construcción de algunas partes del muro y obligó a los solicitantes de asilo a iniciar sus peticiones en línea antes de llegar a la frontera. Pero poco habla el Presidente de esto para evitar ataques de su propio partido.

Ahora, Ucrania, aunque parezca increíble, juega un papel clave en el futuro de la frontera. El Congreso de Estados Unidos está en medio de negociaciones para autorizar presupuesto para la guerra contra Rusia que pide Biden, a cambio de más candados migratorios.

Un acuerdo entre demócratas y el republicano beneficiaría a los dos lados, pero el tiempo corre y aún se ve lejos. Cuando parece que avanza, algo pasa y se atrasa. Esta semana, por ejemplo, NBC News confirmó que el líder republicano Mitch McConnell habló con miembros de su partido y sembró una duda sobre las negociaciones: Trump necesita un caos en la frontera para ganar las elecciones.

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