Más de la mitad de la población del planeta vive en países que tendrán elecciones este año. Es la primera vez que algo así sucede. De acuerdo con estimaciones publicadas en la revista The Economist, de acuerdo con los patrones de participación, cerca de 2 mil millones de votantes en más de 70 países acudirán a las urnas. Desde Gran Bretaña hasta Bangladesh. Desde la India hasta Indonesia. Algunos ya lo hicieron, como en Taiwán.

Pero, a pesar de que esto pueda indicar que será un buen año para la democracia, en algunos lugares parece todo lo contrario. Hay sitios en los que las elecciones serán solo apariencia. En Bielorrusia y en Ruanda, por ejemplo, es evidente que el ganador será quién ya está al mando. En Rusia, después de haber cambiado la constitución en 2020, Vladimir Putin ganará un tercer periodo consecutivo (el quinto en total).

Por mucho, la más importante a nivel global, será la elección presidencial en Estados Unidos. Será tan polarizante que puede tener implicaciones en otras latitudes. Con las guerras en Ucrania y en el Medio Oriente como telón de fondo, el futuro del país y la dirección del mundo estarán en la boleta.

Ya comenzamos a ver algunas pinceladas: el tirunfo de Donald Trump en la primera parada de las primarias republicanas fue apabullante. Es costumbre que los resultados de Iowa sorprendan. Ted Cruz ganó en 20216, Rick Santorum en 2012, Mike Huckabee en 2008. Pero este año el resultado no fue inesperado: el expresidente Trump venció en las asambleas del estado por 30 puntos.

La siguiente parada será el 23 de enero en New Hampshire. Ahí, las encuestas le dan 10 puntos de ventaja a Trump. Le sigue Carolina del Sur en febrero, después el Súper Martes y, al paso que vamos, es posible que Trump se convierta en el nominado republicano de facto justo cuando tenga que presentarse en una corte federal de Washingto DC el 4 de marzo, acusado de haber intentado revertir las elecciones de 2020. Uno de los cargos que enfrenta tiene una pena máxima de 20 años en prisión. El choque en cámara lenta entre el sistema electoral de Estados Unidos y sus cortes, del que nadie saldrá bien librado, es cada vez más inminente.

Pero no todo son malas noticias. En 2024, México elegirá a su primera presidenta. Filias y fobias de lado, el solo hecho de que una mujer ocupe el cargo más importante del país es, en si mismo, un logro. El reto central será la violencia en tiempo de campañas. Lo hemos visto una y otra vez: los grupos criminales exhiben su fuerza, amenazan y asesinan a quien se rehusa a cooperar con ellos.

La tarea de la próxima presidenta, escribe Jorge Volpi en El País, “deberá centrarse, por fin, en los hechos: México es un cementerio y la prioridad absoluta consiste en dotarlo de memoria, equidad y justicia”.

Vaya desafío en un año en el que la democracia en el mundo está en juego.

@JulioVaqueiro

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