En esta historia hay una verdad indiscutible y una pregunta que sigue abierta.
¿Debe irse o debe quedarse? ¿El presidente Biden debe seguir o debe abandonar la contienda? Esa es la duda que hoy retumba y divide al partido demócrata. Después de la noche del debate, la terrible noche del debate entre el expresidente Donald Trump y el Presidente Joe Biden, la lupa está puesta sobre el segundo. Su desempeño fue, probablemnte, el peor en la historia moderna y a partir de ahí su campaña se ha sumergido en una crisis. Cada vez más voces demócratas piden que abandone sus aspiraciones de reelección y él no ha conseguido silenciar esos llamados.
Eso nos lleva a la verdad indiscutible que se ha convertido en uno de los temas centrales de esta campaña por la presidencia: las manecillas del reloj nunca se detienen. El paso del tiempo es inclemente. ¿Biden debe irse o debe quedarse? Cuantos más días pasa el partido demócrata con esta incertidumbre, más favorece al partido republicano. Por eso esta semana la influyente congresista Nancy Pelosi, expresidenta de la Cámara de Representantes, llamó a Biden a tomar una decision pronto porque “ya no queda mucho tiempo”.
En agosto es la Convención Demócrata y entonces ya no habrá vuelta atrás, el candidato debe quedar definido ahí. Esta semana ha sido una prueba de fuego para el Presidente de Estados Unidos, con la cumbre de la OTAN en curso y el pánico demócrata cada vez más profundo. Todo el mundo tiene derecho a un desliz, pero con los ojos del mundo sobre él, los de Biden se maginifican. Cada aparición pública es un examen. Cada discurso es un casting; una conferencia de prensa es un estudio de su capacidad cognitiva. Y, aunque el Presidente insiste en que seguirá en la contienda, será difícil revertir lo que todos vimos el 27 de junio en el debate.
El editor de la revista The New Yorker, David Remnik, lo dijo mejor que nadie: “Mark Twain escribió que, aunque es doloroso romperse en pedazos con la edad, todos tenemos que hacerlo. Pero, a diferencia del resto de nosotros, Joe Biden se rompió en pedazos en medio del debate en CNN, frente a decenas de millones de sus compatriotas. Hasta cierto punto, sus simpatizantes esperaban que desafiara las realidades del tiempo y acentuara la vanidad y la malevolencia de su oponente. Por eso hubo cierta crueldad en todo esto: el espectáculo de un hombre de 81 años que batalla con la memoria, la sintaxis, los nervios y la fragilidad”.
Los votantes saben lo que sus ojos vieron y lo que sus oídos escucharon la noche del debate. Todos entendemos lo que es envejecer. En esta ocasión, Biden se enfrenta a un rival al que nunca nadie ha vencido antes, en una competencia en la que las reglas juegan en contra de todos nosotros: el inclemente paso del tiempo.
@JulioVaqueiro