03/03/2022 |04:28
Redacción El Universal
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Aparece un peligroso impasse en la economía mexicana: las empresas esperan tiempos menos turbulentos para invertir mientras los créditos empresariales de la banca comercial y de Desarrollo se vuelven más exigentes para no perder. Así, el crédito muestra un retroceso de al menos una década.

La reactivación económica, en ese escenario, es poco probable. En esta época de exiguo crédito, el Desarrollo está detenido.

Así, el crédito bancario lleva 20 meses consecutivos a la baja y será más caro este año, por lo que los préstamos para empresas y consume serán aún más reducidos.

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Pero veamos las cifras: Tan solo de 2020 a 2021 el crédito bancario se redujo 2.7%. Al mismo tiempo, la tasa de referencia se ubica ya en 6% y se prevé que al cierre del año se establezca en 7.25%.

Al mismo tiempo, la incertidumbre económica por la pandemia implicó mayores restricciones bancarias al otorgar un crédito. Evitar la morosidad de pagos se convirtió en el eje rector de los prestamistas. Incluso se robustece la tendencia a privilegiar el mínimo de pérdidas antes de buscar ganancias.

Así, se opta por una cuidadosa evaluación de las personas físicas y morales que solicitan un crédito. Reducir al mínimo el riesgo es sinónimo de sobrevivencia.

En tanto, los créditos a empresas disminuyeron 4.3%. Este tipo de préstamos representan más de la mitad de la cartera vigente total y se vinculan al desarrollo de nuevos proyectos que dan impulso a la economía. De ahí la preocupación del descenso en las solicitudes de crédito: interfiere de manera directa con la reactivación económica y frena las posibilidades de Desarrollo económico.

Por otra parte, el 33.9% de las empresas asegura que los créditos de la banca comercial los emplearon para financiar sus operaciones entre octubre y diciembre de 2021. Tres meses antes el porcentaje fue de 2.2% mayor de acuerdo al Mercado Crediticio de Banxico.

Las principales razones para que las empresas limiten solicitudes de crédito son la situación económica general, por un lado, y las altas tasas de interés bancario, por el otro extremo. Esto impacta en el financiamiento y se refleja en menores peticiones crediticias de las empresas.

Al mismo tiempo, la pandemia implica una alta volatilidad, por lo que las compañías tienden a esperar mayor certidumbre para comenzar a invertir. Se pausan entonces proyectos, innovación e incluso la conquista de los clientes reales.

Una tercera razón por el bajo nivel de créditos tiene que ver con el menor acceso a préstamos por parte de los proveedores. De nueva cuenta, vemos en este eslabón de la cadena productive mayor cautela, justo cuando casi el 60% de las compañías presentan cartera vencida.

En sí, todas las fuentes de financiamiento reportaron caídas, sobre todo el de proveedores, al que recurrieron 60.9% de las empresas. En la banca comercial, la proporción de empresas solicitantes de crédito bajó 2.2%, y en la banca de Desarrollo 2.4%.

Existe, entonces, un retroceso del crédito a los niveles presentados en 2010. Existe una pausa que frenará la reactivación económica y que prolongará los actuales signos de recesión.