Iniciamos el año 2025 con los tradicionales y muy necesarios deseos de que la paz, la concordia y la prosperidad sean los ejes rectores del rumbo económico, político y social que habremos de seguir. ¡Sinceramente lo deseamos!
Alcanzar la prosperidad económica y la tranquilidad social no requiere de magos o sabios, sino de personas preparadas, sensibles y comprometidas. No todo debe estar en manos del Estado o del gobierno; sin embargo, ciertamente se requiere que las instituciones que hemos venido creando durante décadas se consoliden y fortalezcan: que trasciendan. La sociedad, más que ser la contraparte del Estado, es el pilar de la nación y tiene el rol más importante en la consecución de las aspiraciones legítimas que planteamos: que las discordias y la polarización no trastoquen este propósito.
La tranquilidad económica encabeza la lista de deseos para este año que inicia. La volatilidad financiera, manifestada en un trastorno en los mercados cambiarios, especialmente después de las elecciones generales, ha sido sorprendente y fuente de preocupación por los efectos que ha tenido. La moneda mexicana cerró el año con una depreciación de 22.86% (el dólar FIX pasó de 16.9190 el 31 de diciembre de 2023 a 20.7862 el 31 de diciembre de 2024), lo que la ubica como la cuarta más depreciada a nivel mundial, detrás del peso argentino, que cayó 27.52%; el real brasileño, con un 27.23%, y el rublo ruso, con 26.88%, frente al dólar estadounidense.
Un signo característico de la volatilidad cambiaria durante 2024 ha sido el brusco cambio que la continuidad del régimen le imprimió. El día 3 de junio, el peso perdió 3.6%, lo que indica que los mercados no vieron con buenos ojos los resultados. La desconfianza surgió y se ha mantenido; deseamos que se diluya, porque si los inversionistas, ya de por sí adversos al riesgo, no perciben que el entorno mejora, las inversiones seguirán dilatándose y, por ende, sus beneficios.
La inflación sigue siendo, sin duda, el “diablito en el nacimiento”. Si bien ha ido cediendo, lo que ha permitido que la política monetaria comience a relajarse, el perfil de formación de precios apunta a que no se alcanzará este año la convergencia al objetivo de política deseada por el banco central. Esto es especialmente cierto al combinarse la volatilidad del tipo de cambio —que encarece las importaciones— con la posibilidad de una guerra de aranceles al inicio del nuevo, pero ya conocido gobierno en Estados Unidos. Nuestro deseo es que la política monetaria contribuya a la estabilidad de precios y también tenga potencial para incentivar el crecimiento, que durante el sexenio no ha sido la estrella que todos buscamos en el horizonte.
Finanzas públicas sanas y equilibradas también son parte de la estabilidad que deseamos alcanzar este año. Sin embargo, si el gobierno no toma conciencia de la necesidad de recurrir a fuentes más sanas de financiamiento y sigue endeudándose y exprimiendo a los contribuyentes cautivos, podría ver comprometidos sus propósitos de comportarse como rey mago repartiendo dinero, a costa de no poder dar sostenibilidad a estas acciones y continuar distrayendo recursos que deberían usarse para infraestructura. Un ajuste brusco en el presupuesto no se puede descartar para este 2025; el déficit público es un signo importante que no podemos dejar de atender.
Este año representa un punto de inflexión no sólo en términos económicos, sino también en lo político. El nuevo gobierno inició dos meses antes de lo habitual (en octubre), modificación introducida para facilitar el diseño de un presupuesto acorde a sus proyectos y planes. Sin embargo, estos aún no están del todo claros, ya que se ha optado por concretar las propuestas del anterior gobierno; esto ha generado más desconfianza y perspectivas poco favorecedoras para el crecimiento.
Nuestro deseo a los Reyes Magos es que se afiance la estabilidad política y social. En unos meses se llevará a cabo el ejercicio extraordinario en donde se elegirán a los jueces y magistrados que conforman el Poder Judicial; solo podemos desear que estas elecciones sean tranquilas y participativas en la medida de lo posible. Este Poder tiene el mismo nivel y consideración en la conformación del Estado mexicano que tienen el Ejecutivo y el Legislativo; por lo tanto, no debe ser menospreciado si deseamos alcanzar un estadio de seguridad y prosperidad. Todo depende de nosotros mismos, de nadie más.
Nuestro propósito es recuperar el clima de confianza, acrecentar las fortalezas y consolidar el crecimiento; un trabajo que no solo está en manos del gobierno y sus instituciones. También el sector privado y particularmente la ciudadanía tenemos mucha responsabilidad; es necesario que trabajemos unidos por nuestro futuro, nuestras familias y nuestro país.
Presidente de Consultores Internacionales, S.C.