Al cierre del primer trimestre, siguiendo con la trayectoria que se presentó en los últimos meses del año pasado, diversos indicadores de la economía mexicana muestran signos de relativa resiliencia. De acuerdo con el IGAE, en enero la economía creció 3.6% a tasa anual impulsada principalmente por el sector servicios y se estima que en febrero habrá crecido 3.52%, por lo que se validan los ajustes al alza en los pronósticos para este cierre de los primeros tres meses del año.

El cierre económico del primer trimestre del año muestra señales de resiliencia que proyectan un buen inicio de año. A pesar de ello, hay factores externos e internos que posiblemente pongan en riesgo el desempeño macroeconómico de México en los próximos meses. No debemos echar las campanas al vuelo ante el buen inicio de año ni generar expectativas difíciles de cumplir.

Ese impulso de la economía en el primer bimestre tuvo varios detonantes inerciales que son más bien resabios del cierre de 2022. El riesgo de un contagio en el sector bancario en México no se vislumbra porque nuestro sistema está “blindado”. Las inversiones que se derivaron del T-MEC y del nearshoring (como el reciente anuncio de la construcción de la planta de Tesla en Nuevo León) parecen estarse cristalizando. El dinamismo del comercio internacional luego del anuncio de la reapertura de China y la mayor demanda de Estados Unidos también jugaron a favor del país. La tasa de desocupación de la población económicamente activa está cercana a 3%, lo que puede ser la respuesta a que el indicador de confianza del consumidor esté teniendo un comportamiento positivo en el último medio año.

Es por estas razones que en Consultores Internacionales, S.C. estimamos el crecimiento del primer trimestre en 3.4%. Con este dato, el crecimiento para el primer trimestre liga dos años de crecimiento, recordando que en 2022 fue de 1.88%. Sin embargo, las condiciones de la economía mundial, particularmente la de Estados Unidos, no están tan fortalecidas como para cantar victoria por anticipado.

A pesar de las señales alentadoras para el inicio de año en México, el probable deterioro económico en el orden internacional para los próximos meses continuará, producto de diversas razones como los temores de inestabilidad en el sector bancario de los Estados Unidos y de Europa que, aun y con la oportuna intervención de las entidades gubernamentales estadounidenses, que en su momento pareció ser suficiente, el Departamento del Tesoro mantiene una estrecha vigilancia a la continua salida de depósitos y a la dificultad de conceder préstamos a bancos pequeños y medianos, como consecuencia del ajuste monetario de la Fed y de diversos bancos a nivel mundial. Otra consecuencia de estas acciones de política monetaria es la desaceleración del gasto en inversión, que ha afectado a la recuperación de la actividad manufacturera en Estados Unidos y en Europa, mostrando caídas significativas debido a la disminución de la demanda.

A nivel interno ciertos datos parecen sugerir una desaceleración del ritmo de actividad para los próximos meses. Las exportaciones mexicanas retrocedieron 2.8% anual en febrero después de tener tasas positivas continuas durante 15 meses; la previsible baja en los precios del petróleo en el mundo impactará en los planes presupuestales del gobierno; el índice de productividad laboral del sector manufacturero y de las actividades secundarias ha venido en franco deterioro; y la relación entre la elevada inflación (sobre todo la de alimentos) y las altas tasas de interés cobrarán relevancia, impactando negativamente en el consumo y en el ya visible aumento en el costo financiero de la deuda pública, que fue de 47% para el primer bimestre, misma problemática que enfrentarán las deudas privadas.

Ante estos riesgos, el fantasma de la desaceleración se puede materializar, por lo que el panorama para lo que resta del año puede deteriorarse para la economía mexicana; a pesar de ello, la Secretaría de Hacienda mantiene altas sus expectativas para la economía mexicana y espera que crezca entre 2.2% y 3% para 2023; esta proyección de crecimiento contrasta con la de otras instituciones, como la OCDE, el FMI o el mismo Banco de México, que sitúan la tasa de crecimiento en alrededor de 1.7% para el cierre del año; en la misma línea, en Consultores Internacionales, S.C. consideramos que el crecimiento anual del PIB para México será de 1.2%.

Hay que tener cuidado con los mensajes triunfalistas ya que no parecen reflejar lo que está sucediendo económicamente en el mundo ni en el propio país. Es momento de mantener la disciplina que logre un desempeño armónico de las variables económicas; no se pueden echar las campanas al vuelo a partir del desempeño del primer trimestre, todavía falta mucho para lograr una sólida recuperación.

Presidente de Consultores Internacionales, S.C.

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