Al cierre de 2021 y a 20 meses de iniciada la pandemia, el sistema financiero mexicano presentó resiliencia y solidez, factores que le permitieron apoyar y acelerar el ritmo de la recuperación económica; sin embargo, esas condiciones no fueron del todo aprovechadas. El año próximo ofrece un panorama distinto en el que se estrecharán las capacidades de crecimiento de la economía. ¿Qué rol necesitará desempeñar el sistema financiero para potenciar la recuperación económica en 2022?
El reporte de estabilidad financiera publicado por el Banco de México resaltó la solidez del sistema financiero mexicano ante la crisis económica y sanitaria. Ante un entorno adverso y caracterizado por la debilidad de empresas y hogares, algunas de las medidas implementadas por autoridades e intermediarios financieros se tradujeron en un índice de capitalización (ICAP) de 18.8% en septiembre de 2021, superior al nivel prudencial de 8%, y en índices de morosidad (IMOR) manejables y con tendencia a la baja, que para la banca comercial fue 2.1% para octubre del mismo año.
Empero los niveles saludables del ICAP y del IMOR de la banca comercial, la velocidad de recuperación en el otorgamiento de crédito ha sido muy lenta. Mientras que en 2019 el promedio de crecimiento anual de la cartera vigente fue de 7.3%, en lo que va de 2021 la tasa anual continua en terreno negativo en el orden de -4.3%. A pesar de que las condiciones financieras permitieron contar con tasas de interés más bajas, comparadas con otros años, el nivel de crédito en empresas y hogares no se recuperó y continúa en niveles inferiores a la pandemia.
El 2021 se convirtió en una oportunidad perdida para acelerar la recuperación, ya que 2022 vendrá acompañado de diversos riesgos. Entre los riesgos que el Banxico destacó en su informe se encuentra la estrechez de las condiciones financieras globales debido al incremento en tasas de interés por las presiones inflacionarias. Las condiciones de liquidez y de relajamiento en las políticas monetarias se están reduciendo y México no es la excepción. El encarecimiento de los créditos, por las alzas de interés, provocará endeudamientos más costosos tanto para el sector público como para las empresas y los hogares. Es importante señalar que el financiamiento bancario significa el medio por el que se puede acceder al emprendimiento de proyectos y a la adquisición de bienes duraderos, factores que de restringirse impactarían con la velocidad de recuperación del mercado interno, de la solidez del mercado laboral y en consecuencia del bienestar y calidad de vida de las personas.
La mayor asimetría económica y la falta de reactivación de los motores del crecimiento prolongarán la recuperación. Refiere a la pérdida de vigor de la recuperación mundial y las diferencias entre sectores y países. En México, anticipamos desde el año pasado que la recuperación sería lenta, desigual y prolongada y ejemplo de ello ha sido el dinamismo de las exportaciones que ha impactado en sectores y en estados con dicha vocación. Este riesgo se relaciona con la falta de impulso en políticas que promuevan el consumo interno (que ha mostrado menor efectividad por su dependencia de las importaciones), pero sobre todo de la falta de la inversión.
Finalmente, los potenciales incrementos a las primas de riesgo soberanas y de Pemex por bajas en sus notas crediticias pondrán en riesgo la estabilidad financiera. El deterioro de las notas de México inició desde 2018, y en la actualidad ubica al país en el umbral de caer en nivel de especulación. Con perspectiva negativa, 2022 será crucial para evitar una mayor salida de capitales extranjeros.
Ante este contexto, para el sistema financiero mexicano el mayor reto y también oportunidad se encuentra en incrementar la inclusión financiera en 2022. En la medida en que más agentes económicos se integren al sistema financiero, no solo en el uso de servicios, sino también de mayor educación y mejores hábitos, podrá mejorar sus condiciones económicas actuales y bienestar. La apertura de los servicios financieros, acompañada de innovación y tecnología, decantará en servicios más competitivos que detonen no sólo el sector financiero, sino a la economía en su conjunto. El sistema financiero está listo: faltan políticas que lleguen a las empresas y hogares.