La cancelación del aeropuerto de Texcoco dilapidó la oportunidad de que México se inserte, como hub logístico, en un mundo cada vez más globalizado. Es por ello que debe ser prioridad la conformación de un sistema aeroportuario que desahogue al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), para reducir costos de transportación y lograr una mejor conectividad interregional y mundial, que coadyuve al crecimiento y al desarrollo económico. Ante la pérdida de un importante hub logístico y de fracasar en un sistema aeroportuario descentralizado, se corre el riesgo no solo de perder potencial de crecer, sino de frenar la recuperación económica.
La saturación del AICM significa pérdida de competitividad. Tan solo de 2016 a la fecha, el promedio del transporte de carga del AICM fue de 53% del total nacional y en traslados de pasajeros nacionales e internacionales concentró, al primer trimestre de este año, 9.38 millones de personas. Los tiempos prolongados para tomar pista, de carga y descarga, y de traslados terrestres, son cada vez más costosos.
Promover un aeropuerto militar para fines comerciales es una alternativa, más no una solución, altamente costosa. El Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), que puede ser obra en tiempo récord, no resolverá la saturación del AICM porque más allá del costo inicialmente programado de 75 mil millones de pesos, muestra carencias de infraestructura para carga y traslado de pasajeros en conectividad, movilidad, rutas de transporte, arribo y traslado de mercancías e inclusive, bodegas de almacén. En Consultores Internacionales, S.C. estimamos que el que 9.8 millones de mexicanos tarden hasta tres horas para llegar al AIFA, implica un costo de 4.8 mil millones de pesos, equivalentes a 0.1% del PIB de la Ciudad de México.
Degradación aeroportuaria y trabajos inconclusos, problemas adicionales. Por si fuera poco, la degradación de la categoría a Nivel 2 por parte de la Agencia Federal de Aviación de Estados Unidos impacta en México en altos costos directos e indirectos por la carente organización del espacio aéreo. A ello se suma la lista de problemas que generó la inauguración del AIFA, como la subutilización de recursos, los trabajos inconclusos, entre otros. Con esto se corre el riesgo de quedarse sin dinamismo muy pronto, con la posibilidad de crear un elefante blanco en este sexenio.
La descentralización aeroportuaria, una tendencia que debe potenciarse. En el transporte aéreo hay un antes y un después de la pandemia que provocó que la carga que recibió el AICM representase 45% del total nacional, 10% menos respecto a enero de 2016. La creciente participación de los aeropuertos de Guadalajara (comercio) y de Cancún (pasajeros) explica esta disminución. El primero, que participa con 17% del total nacional de transporte de carga, alcanzó 23% durante abril de 2020. El segundo, el aeropuerto de pasajeros más importante del país después del AICM, concentró en el primer trimestre del año a 7.04 millones de personas, 28% más respecto a 2016.
Mejor planeación aeroportuaria e incentivos a las aerolíneas deben ser la alternativa de la descentralización. Sin un hub logístico de orden mundial, se necesita inversión no solo en el AIFA, sino en la red de aeropuertos circundantes como el Aeropuerto Internacional de Toluca (AIT), que en el primer trimestre de 2022 trasladó en promedio a 311 pasajeros al día, frente a 113.6 miles de pasajeros del AICM. Recuperar la categoría debe ser prioridad de seguridad nacional. Sin la inversión en retomar la categoría, el AIFA no será rentable ni logísticamente viable para que el país tenga el dinamismo de recibir a más pasajeros o para que las aerolíneas quieran volar desde y hacia allá, lo que hará que se limite nuevamente el crecimiento de la economía.
Inversión en infraestructura y mayor conectividad con puertos secos y marítimos. Solo la descentralización permitirá acercar más a mercancías y a pasajeros a los polos de desarrollo del país. Ejemplo de ello son, además de los principales, Tijuana y Bajío que tienen relevancia industrial y de desarrollo económico. La solución, mayor inversión en infraestructura dentro y fuera del aeropuerto. Postergar un sistema aeroportuario no solo restará potencial de crecimiento, sino que frenará la recuperación.
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