La Semana Santa en términos de beneficios para la economía son dos caras de una misma moneda: impulso al sector turismo, hotelero y restaurantero, y a la vez el asueto para una gran parte de la economía. El costo de oportunidad de los días feriados y de vacaciones es uno que puede ser muy alto dadas las condiciones actuales de la economía, ¿qué tanto se logrará impulsar el consumo interno con hogares aún debilitados?

La Semana Santa es un evento de calendario que no es estacional por celebrarse en fechas diferentes, entre 2016 y 2021 en dos años ha sido en marzo y el resto en abril y en algunos años ha coincidido con el día feriado por la celebración del natalicio de Benito Juárez, es decir, más días de asueto.

Más allá del mes, el trimestre en el que cae Semana Santa es uno de menor actividad económica y eso deriva en el conocido “efecto de marzo”, un error estadístico por comparar el mismo trimestre entre años con y sin Semana Santa. Este efecto se elimina con las series corregidas por efecto calendario; en el caso del Producto Interno Bruto, el dato original en Semana Santa siempre es menor y se corrige al alza.

Semana Santa significa la segunda fecha de mayor ocupación hotelera en el año, pero también un costo de oportunidad de 128.8 mil millones de pesos por los días de asueto.

En este sentido, el costo de la Semana Santa en 2021 puede estimarse teniendo en cuenta que cada uno de los 290 días laborados es equivalente a 61.3 mil millones de pesos del PIB y considerando que 70% de las actividades económicas tienen al menos tres días de asueto, se tiene que el costo de la Semana Santa para ese año fue de 128.8 mil millones de pesos (mdp), sin considerar días de vacaciones.

El costo de Semana Santa estimado es superior al presupuesto aprobado en 2022 para el Instituto de Salud para el Bienestar (103.4 mil mdp), al de Defensa Nacional (104.1 mil mdp) y cerca de 40% de la Secretaría del Bienestar (299.3 mil mdp). Desde luego que son bienvenidas unas merecidas vacaciones, pero considerando el alto costo de oportunidad, francamente es de pensarlo dos veces.

El lado positivo es que la Semana Santa impulsa de forma importante al turismo ya que, previo a la pandemia, ha sido la segunda fecha de mayor ocupación hotelera. Entre el 2016 y 2019, la ocupación hotelera oscila entre 73% y 77%, tan solo superado por las vacaciones de verano en el mes de julio. En este año se prevé una ocupación de entre 62% y 70% y en algunos destinos de hasta 90%.

Este abril se ve con mayor optimismo según el Índice de Confianza al Consumidor que poco a poco se recupera de la cuarta ola de contagios y que se traduzca en un mayor consumo. Sin embargo, más allá de que los días de asueto derivados de la celebración de Semana Santa representan beneficios para algunos sectores y entidades del país, en el contexto global, el balance significa una pérdida económica, ya que los ingresos generados por la derrama adicional no compensan la producción que un día laboral aporta a la economía del país.

Como dice la expresión “el horno no está para bollos” ya que la misma Secretaría de Hacienda reconoce inalcanzable crecer 4.0% en 2022. Aunque el crecimiento anual de 3.4% expresado recientemente en los Pre-Criterios Generales de Política Económica 2023 tampoco es muy realista si lo contrastamos con pronósticos que prevén un crecimiento del 1.1% anual. En Consultores Internacionales, S.C.® consideramos que aún podemos crecer entre 1.8% y 2.5% aunque el entorno se vuelve más complejo por la inflación, el desbasto que paraliza sectores clave en la economía y por políticas que generan confusión e incertidumbre a la inversión y al entorno de negocios.

Si bien no se trata de criticar el derecho a unas merecidas vacaciones, porque desde luego que a nadie le incomoda un día de descanso, si se trata de prever que este segundo trimestre no tendrá el crecimiento esperado y necesario, sino por el contrario puede complicarse considerando los resultados de la revocación de mandato, la iniciativa constitucional en materia eléctrica y las elecciones. Después de todo, en las próximas semanas presenciaremos algo que infortunadamente es cada vez más frecuente: el deterioro de las expectativas de crecimiento para el país.

Presidente de Consultores Internacionales, S.C.

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