El Paquete Económico 2024 será presentado el día 8 de septiembre, el cual contiene las estimaciones de los ingresos y los gastos que ejercerá el gobierno en 2024, último año de la actual administración el cual empata con el proceso electoral que definirá continuidad o cambio. En este contexto, los precriterios de política económica dados a conocer en abril de este año presentaban el marco macroeconómico y los objetivos de finanzas públicas que la SHCP delineaba para el próximo año, y que vale la pena revisar debido a los comportamientos que se han ido manifestando desde entonces en las variables económicas.
En términos del crecimiento económico, la expectativa de consolidación de la recuperación registrada luego de la pandemia se vería alimentada por un mejor comportamiento en el mercado interno impulsadas por el empleo, la inversión pública y el gasto social, a lo cual habría que agregar la mayor inversión extranjera y al inusitado incremento en ingresos (con sus diferentes lecturas) de remesas enviadas desde el extranjero. La apuesta de un crecimiento para 2023 de 3% es posible, lo cual sin duda es positivo; sin embargo, repetir el mismo comportamiento para 2024, como lo espera la autoridad hacendaria, no goza del mismo optimismo, sobre todo por los nubarrones de desaceleración y/o recesión que amenazan la economía mundial desde hace ya algún tiempo, por lo que el crecimiento del PIB en México se estima más moderado (1.6% y 1.7%).
Por su parte, los ingresos se han visto mermados en 2023, no alcanzando las metas de ingresos que la Ley de Ingresos de la Federación (LIF) estableció de 7.1 billones de pesos y que al cierre del primer semestre ha registrado tan sólo 42.4% de lo estimado.
Respecto a los ingresos petroleros, estos continúan perdiendo participación dentro de los ingresos presupuestales, siendo que en el primer semestre de 2023 representaron 13.9%, la menor aportación de los ingresos petroleros en los primeros semestres de los últimos seis años, quitando el 2020 por la pandemia cuando su participación fue de 9.6%. El precio de la mezcla mexicana, la menor producción y la fortaleza del tipo de cambio anticipan ingresos por concepto de petróleo reducidos, lo que pone en cierto riesgo la estabilidad de Pemex y por supuesto, la menor transferencia de impuestos petroleros.
Los ingresos de la Federación deberán entonces depender en mayor medida en la eficiencia recaudatoria para poder hacer frente a las necesidades del país; podemos prever mayor fiscalización y endurecimiento de la política fiscal.
En términos del gasto, ya desde los precriterios se plantea una reducción en el gasto neto autorizado en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2023, esperando solamente 8.1 billones de pesos de los 8.2 aprobados en el PEF. En este contexto, si para 2024, año como apuntamos es electoral, se sostiene o incluso incrementa la estimación de un gasto neto superior 8.4 billones, podríamos estar nuevamente en el umbral de un incremento significativo en la deuda pública poniendo en riesgo la estabilidad de las finanzas públicas futuras. Los proyectos insignia y el gasto social se convierten pues en una carga onerosa de mantener.
Sería deseable que la propuesta de ingresos y egresos públicos busque impulsar el crecimiento económico mediante el replanteamiento en el gasto para la construcción de obras que apoyen a la atracción y mantenimiento de la inversión productiva.
Presidente de Consultores Internacionales, S.C.
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