El desempeño de la gestión de Pemex tiene influencia importante en varios ámbitos de la economía nacional; su resultado tiene impacto en el abasto de energéticos y productos químicos y por ende en el crecimiento del país, pero también es una aportación relevante en materia de recaudación fiscal.

La empresa del Estado se encuentra presionada no sólo por las ineficiencias que acarrea desde hace ya décadas, sino también por la reducción de sus ingresos, por la menor paridad cambiaria y por el costo de su deuda, lo que la coloca en una posición muy complicada.

La mezcla mexicana en promedio registra un precio de 66.1 dólares por barril en los primeros cinco meses de 2023, estando por debajo de los 66.6 dólares por barril considerados en la Ley de Ingresos de la Federación (LIF), mientras que en nuestras estimaciones esperamos continúe a la baja y llegue a un precio de 64.59 dólares por barril a finales de 2023.

La fortaleza del peso frente al dólar ha reducido las ganancias generadas en la exportación del energético de origen fósil, y al cierre del 14 de junio el tipo de cambio se ubicó en 17.12 pesos por dólar, niveles que no se veían desde 2016. Agregan presión factores como las altas tasas de interés a nivel internacional, que implican un costo de financiamiento más alto; la reducción en el volumen de producción y el aumento en los costos de extracción, que se incrementaron 12% en 2022 llegando a 17.80 dólares por barril producido.

Respecto a las finanzas de la empresa petrolera propiedad del Estado, en sus registros contables de los primeros cuatro meses de 2023, la empresa ha generado ingresos de 647 mil 52 millones de pesos; sin embargo, estos ingresos no cubren los gastos para el mismo periodo que alcanzan la cifra de 654 mil 24 millones de pesos, resultando en un déficit de 6 mil 972 millones de pesos. Los apoyos que la empresa ha requerido por parte de Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) a través del presupuesto de egresos ayudará parcialmente a cubrir los vencimientos de deuda de la empresa petrolera mexicana, con la consecuente afectación a las finanzas públicas y la falta de generación de riqueza para el país.

En adición a ello, el impacto en las finanzas públicas se refleja en la disminución de la recaudación petrolera, mientras que en los primeros cuatro meses de 2018 representaba en promedio 12.6% de los ingresos de la Federación, para el primer cuatrimestre de 2023 representaron en promedio 5.0% de los ingresos nacionales, perdiendo más de la mitad de su participación en los ingresos presupuestarios.

El déficit en las cuentas de la empresa petrolera propiedad del Estado tiene como consecuencia secundaria la inexistencia de excedentes para 2023; los cuales están destinados en 25% al Fondo de Estabilización de Ingresos de Entidades Federativas (FEIEF), en 10% a programas y proyectos de inversión en infraestructura y equipamiento de las entidades federativas y en 65% para el Fondo de Estabilización de Ingresos Presupuestarios (FEIP), que este último en 2018 contaba con un saldo de 279 mil 771 millones de pesos y que no han sido repuestos y prácticamente fue vaciado en 2021-2022 dejando en ambos años un saldo menor a los 10 mil millones de pesos.

La paradoja se sostiene, el estado mexicano cuenta con el control y la rectoría de los energéticos del país; pero al mismo tiempo suma grandes riesgos, pasivos y limitaciones al crecimiento. Parece que este camino no brindará seguridad y soporte a la actividad económica del país y mucho menos a una dinámica recuperación; quizás es momento de reflexionar.

Presidente de Consultores Internacionales, S.C.

para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión y muchas opciones más.

asf

Google News

TEMAS RELACIONADOS