El peor momento para endeudarse es cuando las tasas de interés están en niveles altos, por tanto hace que el problema no sea la deuda por sí sola, sino su pago. En la práctica, los gobiernos en turno heredarán este problema al gobierno siguiente. El paquete económico para 2024 presentado por la Secretaría de Hacienda señala que para el último año de gobierno se recurrirá de manera destacada a dos factores que se habían mantenido en una suerte de animación suspendida: el déficit primario y la deuda.

Otro ingrediente que, por lo regular caracteriza a las estimaciones y supuestos de la autoridad hacendaria, es el optimismo, y este año no es la excepción: crecimiento entre 2.5% y 3.5% del PIB; inflación general de 3.8%; tasa de interés promedio de 10.3%; un déficit en cuenta corriente de 0.7% del PIB y un crecimiento de la economía estadounidense de 1.8%. Estos elementos que llevan a ingresos presupuestarios de 7.33 billones de pesos resultan 1.8% menores a los planteados en la LIF de 2023 y 0.8% menores a lo estimado para el cierre del presente año.

Dicho comportamiento negativo se deriva de menores ingresos petroleros y producto de un menor precio de la mezcla mexicana para 2024, de 56.7 dólares, diezmado por un dólar que se estima promedie 17.10 pesos. Cabe señalar que faltaría el tradicional ajuste al alza que generosamente aplican los legisladores en este rubro.

Ahora bien, cuando se espera tener menores ingresos, el sentido común dicta que se deben ajustar los gastos para mantener un balance presupuestal equilibrado. Sin embargo, 2024 será otra historia, puesto que es el último año del sexenio; por ello el gobierno ha mostrado el mayor interés por no dejar proyectos inconclusos.

El gasto neto total para 2024 alcanzará un monto récord de 9.06 billones de pesos. Esto inicialmente pondrá en el terreno deficitario a las finanzas públicas. El balance primario pasaría a un nivel de -1.2 % del PIB y el balance público llegaría a -4.9 % del producto. En consecuencia, la deuda representará 1.7 billones de pesos, lo anterior si las estimaciones de ingresos resultan asertivas. Asimismo, si los costos de las obras insignia siguen incrementándose, el déficit podría aumentar.

Como bien se sabe, 2024 será año electoral y no es de sorprender que la actual administración (como las anteriores) tenga el interés de que su régimen tenga continuidad. En ese contexto, el gasto tiene un alto contenido social concentrado en los programas prioritarios. El 22% del gasto neto total se destinará al pago de pensiones, entre ellas las universales a la población adulta mayor. Otro rubro que recibirá mayores recursos es el programa IMSS-Bienestar, como parte del nuevo intento por mejorar el sistema de salud.

Por el lado del gasto en proyectos bandera, el Tren Maya será el mayor receptor de recursos, seguido de la política energética, tanto para la autosuficiencia que abarca la refinería, como para apuntalar a Pemex y el Corredor Transístmico. Estos proyectos de inversión, además de tener costos crecientes, no han mostrado rentabilidad.

Los requerimientos financieros, es decir, la deuda para 2024, serán equivalentes a 5.4% del PIB y el saldo histórico llegará a 48.8% del producto. Su costo financiero para el próximo año será de 1.3 billones de pesos, el cual representa un incremento de 11.8%, y es un gasto ineludible que sin duda será un problema para la siguiente administración.

La forma fácil de enfrentar los problemas financieros que dejará la actual administración es seguir “pateando el balón”. La difícil, pero la más sana, es ahora sí implementar la necesaria y políticamente temida reforma hacendaria. ¡Veremos!

Presidente de Consultores Internacionales, S.C.

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