Uno de los efectos de la pandemia es el reconocimiento de la necesidad de contar con abasto de insumos cercanos a los centros de producción. El mundo ahora entiende que el riesgo de tener a China como la “fábrica del mundo” es muy alto y por ello se ha dado impulso al concepto de nearshoring (en concepto, el nearshoring pretende que las empresas acerquen su cadena de suministro a otras regiones) que les brinde mayor flexibilidad para la comercialización de sus bienes y servicios con costos de transportación menores. Particularmente el mercado del T-MEC refleja esta necesidad de relocalizar centros de abasto más cerca de sus fronteras aprovechando las ventajas de costos; en este sentido México cuenta con una posición geográfica privilegiada y por ello una gran oportunidad que no puede dejar pasar.
Luego del entorno complejo de la crisis de 2008-2009 en Estados Unidos y la famosa recuperación sin empleo, China aprovechó el contexto para tratar de posicionarse como una potencia. Desde entonces ambas naciones se han enfrascado en una guerra de divisas que ha hecho repensar el orden mundial al cual debemos ceñirnos. Pero no sólo eso, diversas economías han tomado partido y se han tratado de colocar, vía cadenas de suministro, cercanas a uno u otro mercado clave. México no es la excepción.
Estados Unidos es el principal socio comercial de México y tiene, junto con Canadá, firmado un tratado de libre comercio lo que, según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), traería un beneficio potencial para México de 35.3 miles de millones de dólares por efecto del nearshoring; que se explican por las exportaciones que se incrementarían, en el corto y mediano plazos, en más de 32.3 mil millones de dólares con Estados Unidos y en 2.9 mil millones con América Latina.
Sin duda que las empresas mexicanas que proveen de bienes y servicios a Estados Unidos serán las más beneficiadas, ya que México obtendría 67.8% de los beneficios estimados para toda la región de América Latina. El interés y las acciones ya se perciben en una gran cantidad de proyectos de inversión en diversas partes del país, particularmente en la zona centro y norte, con objeto de aprovechar esta oportunidad.
México debe beneficiarse de sus ventajas competitivas con los demás países de América Latina y el Caribe. Hay diversos factores que motivarían este impulso: la importancia de la industria manufacturera mexicana para Estados Unidos, un precio competitivo de las gasolinas y del gas que son fundamentales para la producción, la posible simplificación de procesos aduanales vía T-MEC, entre otras.
Industrias como la del plástico y hule, el sector automotriz (autopartes) y los electrodomésticos se han sumado a esta tendencia del nearshoring con gran energía y muchos proyectos; desde el punto de vista regional, Tijuana y sus industrias electrónica, aeroespacial, automotriz y de dispositivos médicos, son ejemplo de una mayor integración con California, la zona del Bajío también está permeada con esta oportunidad.
El gobierno mexicano tiene la alta responsabilidad de construir política pública que promueva la inversión pública y privada, nacional y extranjera; al mismo tiempo, está obligado a generar condiciones propicias para la generación de energía suficiente y ni qué decir de proveer de la certeza jurídica y Estado de Derecho.
Las cámaras, asociaciones de representación empresarial y las empresas necesitan poner atención a esta oportunidad, proveyendo de información y estudios que faciliten a las empresas la generación de proyectos.
Esta es sin duda una oportunidad, gobierno, empresas y todos los agentes económicos deben tomar acciones para lograrlo; es momento de aprovecharla.
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