Septiembre, mes de celebración de la independencia y del orgullo de ser mexicano. Se dice que el perico en donde quiera es verde, expresión que nos describe como mexicanos, y un ejemplo de ello son nuestros connacionales en Estados Unidos. Su aporte a la economía es indudable: la transferencia de remesas ha contribuido significativamente a la reducción de la pobreza en México.
La incapacidad del mercado laboral nacional ha orillado a que, según la Secretaría de Gobernación, a principios de 2000 casi 400 mil mexicanos arribaran anualmente a Estados Unidos y a que en los últimos años la llegada anual sea de 125 mil personas, aproximadamente. Este tránsito ubica a la frontera con Estados Unidos como el principal corredor migratorio del mundo. Se estima que en 2020 había cerca de 38.8 millones de personas de origen mexicano residiendo en Estados Unidos, lo que equivalía a 12% del total de la población en ese país.
Típicamente, la migración de mexicanos se ha caracterizado por ser de trabajadores que carecían de estudios superiores y que buscaban empleo en los sectores agrícola y de la construcción. En 2020, los migrantes mexicanos en Estados Unidos laboraron principalmente en los sectores de la construcción y la minería (20.1%); los servicios de esparcimiento, culturales y otros servicios recreativos (13.8%) y en industrias manufacturas (13.2%), que en conjunto suman 47.1% de las actividades económicas donde trabajan nuestros compatriotas.
Esta composición laboral más diversa demuestra que, con el paso del tiempo, ha habido un aumento en los perfiles más técnicos de migrantes mexicanos que buscan un empleo en sectores más especializados y que en algunos casos estudiantes buscan como primera opción cursar estudios superiores en Estados Unidos.
La migración a Estados Unidos se ha traducido en un flujo de remesas cada vez mayor, al grado de ser más importantes que la inversión extranjera directa (IED), el petróleo y el turismo. En 2020, según Banco de México, se registró el ingreso histórico de 40.6 mil millones de dólares (mmdd), lo que le ha posicionado como la entrada de divisas más importante para el país comparada con 29.1 mmdd de IED, 17.5 mmdd por exportaciones petroleras y 10.9 mmdd de ingresos por viajeros internacionales.
En el día a día, los ingresos por remesas para las familias son un alivio que les permite vivir en mejores condiciones. Un estudio reciente identificó que, de no contar con esos ingresos, la población en situación de pobreza en México hubiese aumentado en 836 mil personas y en 351 mil personas aquellas en condición de pobreza extrema.
En concordancia, los estados que hubiesen sumado más pobres serían Michoacán, Guanajuato, Guerrero, Zacatecas y Oaxaca.
Lo que pareciera un beneficio económico medible para las familias y el país, también representa costos de oportunidad como el educativo, el desaprovechamiento del bono demográfico, pérdida de ingresos fiscales, y el desajuste social. Por ello, la atención del fenómeno migratorio debe ser crucial para los gobiernos, para que se brinden soluciones integrales, humanas, sólidas y de largo plazo: sólo así garantizaremos la estabilidad de fronteras y la seguridad social del país.
Nuestra reflexión más importante no va orientada al aporte de las remesas provenientes de Estados Unidos que, dicho sea de paso, no es presumible en ningún sentido, ya que expone nuestras carencias como país y el valor de nuestros compatriotas para mejorar las condiciones de sus familias en México.
Celebremos a México y a nuestro orgullo de ser mexicanos. Continuemos construyendo el futuro de nuestro país. Felices fiestas patrias: ¡Viva México!