Recientemente concluyó la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP28) llevada a cabo en Dubái, EAU —país ubicado como el séptimo productor mundial de petróleo—, con un importante compromiso mundial de alejarse de los combustibles fósiles y de alcanzar la meta de triplicar la capacidad de las energías renovables en 2030.
Entre los acuerdos logrados se encuentra el reconocimiento de la necesidad de lograr una reducción profunda, rápida y sostenida de las emisiones de gases de efecto invernadero GEI en consonancia con el objetivo general de mantener el límite del aumento de la temperatura global a menos de 1.5°C pidiendo a las “Partes” que contribuyan a los esfuerzos mundiales, de manera determinada a nivel nacional, teniendo en cuenta el Acuerdo de París y sus diferentes circunstancias, trayectorias y enfoques nacionales.
Lamentablemente México ha tenido pocos resultados que mostrar respecto a estas reuniones a las que abiertamente ignora al no mandar una delegación de verdadero alto nivel y no alcanzar los objetivos planteados en lo referente a emisiones de GEI y producción de energía por fuentes renovables. Es evidente que la política energética del país ha sido regresiva alejándose de la transición hacia una economía baja en carbono que deje atrás el uso de los combustibles fósiles. La construcción de una refinería (si bien es una de las aproximadamente 80 que se construyen en el mundo), y la adquisición de las viejas plantas de ciclo combinado de Iberdrola es una clara señal de que el actual régimen privilegia el uso de petróleo y gas para producir energía.
De acuerdo con las estadísticas recopiladas por el Energy Institute, en 2022 México emitió a la atmósfera 577.5 millones de toneladas de CO2 equivalente por la generación de energía y otros procesos, un 10.2% más que en 2021 y 18.6% más que en 2020. Es el principal emisor entre los países latinoamericanos y si lo comparamos con países emergentes asiáticos sólo es superado por Indonesia mientras deja atrás a Vietnam, Tailandia, Malasia, Taiwán y Filipinas. Esto último es importante ya que representan las economías contra quienes se está compitiendo por atraer las inversiones producto de la relocalización.
En este contexto, es importante resaltar que la llegada de inversiones producto del nearshoring tendrá efectos importantes sobre el medioambiente, especialmente si no se toman medidas oportunas. Las empresas relocalizadas demandan energía y agua, y dadas las fuentes de generación que se privilegian como son el gas natural (55.1% de la energía eléctrica se genera mediante plantas de ciclo combinado), es previsible que se incremente la huella de carbono y se eleven las emisiones de gases de efecto invernadero y nos sigamos alejando de los compromisos de mitigación, situados actualmente en una reducción de 35% para 2030; por su parte, hay otra cara de la moneda respecto de la relocalización, ya que las multinacionales han adquirido el compromiso (a la vez de que se ven obligadas por los países de consumo) de reducir su huella de carbono para lo cual requieren de suministro eficiente de energías limpias; sin embargo, en este renglón el país tampoco está cumpliendo.
Es importante destacar que, en el terreno de las energías renovables, la competencia con países asiáticos tiende a acrecentarse, dada la dinámica que muestran los competidores en la generación mediante estas fuentes con tasas de crecimiento de dos dígitos. Ante ello es importante que el país materialmente se “ponga las pilas” y se invierta con mayor decisión en este rubro.
Lamentablemente la realidad “da toques”. Nuestro país no está enfocando los esfuerzos ni destinando recursos suficientes para temas relacionados con el cambio climático.
Sin duda el país y su gobierno está dejando huella, pero de indiferencia por combatir el cambio climático. Si bien existe el compromiso derivado de la COP28 de reducir el uso de combustibles fósiles, difícilmente se lograrán en los tiempos pactados y seguiremos siendo parte del problema y no de la solución.
Presidente de Consultores Internacionales, S.C.