La dinámica de la actividad económica durante el segundo trimestre del año ha sido mayor a la originalmente esperada, razón por la cual Consultores Internacionales, S.C. a través del Modelo Macroeconómico Tlacaélel, ha mejorado las expectativas de crecimiento para el cierre de 2021, a alrededor de 5.6%.
Una de las principales razones ha sido que los datos del Indicador Oportuno de la Actividad Económica, publicado por Inegi hace unos días, revelan que, durante el segundo trimestre de 2021, la economía pudo haber crecido en el orden de 20%.
Pese a esta dinámica, que no deja de ser una buena noticia, lo cierto es que varios de los problemas económicos nacionales han dejado de ser meramente coyunturales, para convertirse en estructurales: la política económica direccionada hacia un gasto público con poco efecto multiplicador, la insistencia en un estado rector en el sector energético y la mala gestión de CFE y Pemex limitarán la recuperación en el mediano plazo.
Hasta ahora, la dinámica del consumo interno y del sector externo han sido, de manera general, los principales elementos que motivaron el crecimiento económico en México. Variables como las remesas enviadas, que han tenido incrementos significativos en los últimos 13 meses, el incremento en las importaciones estadounidenses de productos y servicios mexicanos de 107% en promedio a tasa anual en abril y mayo (considerando que en dichos meses durante 2020 prácticamente se detuvo la actividad comercial), el repunte de la actividad industrial en sectores como el automotriz y el textil-confección, e incluso otros como el turismo y el de servicios de salud, han sido impulsores de la actividad económica en el primer semestre del año.
En el mediano plazo no hay elementos que permitan suponer que este dinamismo se mantenga, por lo que podríamos ver niveles de crecimiento económico de entre 2% y 3% en los siguientes años, o incluso menores, si los escenarios se complican.
Un periodo prolongado de cero crecimiento afectará las posibilidades de revertir los efectos sociales de la crisis económica y sanitaria, que se estiman en más de 10 millones de personas adicionales que se ubicaron en situación de pobreza, el cierre de varios cientos de miles de pequeñas empresas y niveles altos de desempleo que no ofrecen expectativas rápidas de recuperación.
Aumentar el crecimiento de mediano plazo es una posibilidad real para México en este punto, pero se requiere generar un ambiente propicio para el desarrollo de proyectos productivos y nuevas inversiones. Al respecto, datos del Inegi revelan que la inversión fija bruta en abril de este año se encuentra en los mismos niveles de 2010; aun cuando a tasa anual se observó un crecimiento de 43%, la recuperación de esta variable luce lenta y prolongada.
Si a esto se agrega que los riesgos persisten, el escenario inercial se enturbia. En el entorno económico internacional, los altos precios de metales y materias primas y la volatilidad del precio del petróleo son elementos que tienen en alerta a los actores económicos. En el contexto nacional, la inflación cercana a 6% motivará con seguridad aumentos en la tasa de interés objetivo del Banco de México en los meses siguientes. Los posibles desabastos de energía para solventar las necesidades de producción nacional, cada vez son más posibles, y los niveles de desempleo no se recuperan; además, esta misma semana el repunte de la actividad epidemiológica y el consecuente incremento en hospitalizaciones han llevado a la Ciudad de México a retroceder a semáforo naranja, probablemente por algunas semanas.
Se requiere, con urgencia, que los hacedores de política pública en México lideren el desarrollo de proyectos encaminados a la recuperación. En Consultores Internacionales, S.C. estamos convencidos de que es posible, incluso el momento es ideal para ello. Se requiere voluntad y talento de todas las partes o, de lo contrario, el pobre crecimiento económico se convertirá en una tragedia para millones de personas.