La semana pasada, Inegi publicó los datos de la Encuesta Nacional sobre Confianza del Consumidor, luego de cuatro meses en los que se canceló la difusión de resultados a causa de la pandemia del Covid-19.

Los resultados sobre la percepción de los consumidores, como era de esperarse, no son buenas noticias. Durante los cuatro meses entre mayo y agosto, el índice de confianza del consumidor cayó en promedio 10% a tasa anual, y además observamos que su perspectiva para los siguientes 12 meses cayó 8.6% en promedio, respecto de lo observado el año pasado.

Como mencionábamos, estas no son buenas noticias para la economía en general. Más allá de la percepción y la confianza de los consumidores, hemos visto una fuerte contracción del volumen de consumo, por supuesto asociado a la crisis económica y sanitaria. El indicador mensual del consumo privado en el mercado interior, que de manera mensual publica Inegi, reveló contracciones del orden de 22% y 25% para abril y mayo, es decir, los meses más álgidos de la crisis.

En México, el consumo privado ha representado en promedio 67% del producto interno bruto en los últimos 20 años y su dinámica de crecimiento ha sido muy similar, 1.05 veces mayor, por lo que podemos esperar que hacia el cierre de año esta variable registre una contracción de entre 10% y 11%.

Del consumo de los hogares dependen buena parte de los ingresos de las organizaciones. Lo que hemos observado en los últimos meses es un patrón de consumo enfocado en la atención de necesidades básicas. Durante el periodo de cuarentena, los hogares se enfocaron en proveer aquellos productos que eran necesarios para permanecer en confinamiento varias semanas y posterior a ello, las preferencias parecen haberse enfocado en productos saludables, para el mantenimiento del hogar y en menor medida referentes al ocio y a la diversión.

De tal suerte, durante este periodo hemos observado pocos sectores y canales de venta ganadores, mientras que el resto ha tenido fuertes dificultades para mantener operaciones y ventas. Según datos de la Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo (ETOE), entre junio de 2019 y junio de 2020, se han perdido 3.7 millones de empleos remunerados y se registran 492,660 empleadores menos.

Además de los cambios en los patrones y necesidades de consumo, el ambiente de incertidumbre ha llevado a los bancos a disminuir significativamente el financiamiento a esta actividad, incluso cuando la tasa de interés objetivo ha venido disminuyendo. Según datos de Banxico, en el cuarto trimestre de 2019 el financiamiento de bancos comerciales al consumo era de un billón 114 mil millones de pesos; para el periodo de abril a junio de 2020 el saldo fue de un billón 52 mil millones, es decir 62 mil 23 millones de pesos menos.

Por supuesto, esta caída en el consumo tiene también repercusiones para el sector público: el primer efecto y el más evidente es el IVA. En mayo, junio y julio, según datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, en términos reales se registraron caídas a tasa anual del orden de 36.5%, 26.3% y 19.5%, respectivamente.

Los efectos adicionales estarán principalmente en el ISR, debido a las pérdidas con las que operan las empresas que han sobrevivido, a la menor recaudación asociada a sueldos y salarios y finalmente a las devoluciones y menores recaudaciones futuras.

Lo que estamos observando es un círculo vicioso del que parece difícil que la economía mexicana salga en el corto plazo, la pérdida de crecimiento económico lleva a un menor consumo que deriva en menores ingresos para las empresas, en cierres, despidos o disminuciones de ingresos para los empleados, en menor captación tributaria, que inevitablemente llevará a ajustes al gasto público y a su vez en menor crecimiento económico.

Romper este círculo vicioso se convierte en un tema fundamental para la economía mexicana, que debiera ser abordado desde la perspectiva de las políticas públicas. En Consultores Internacionales, S.C. consideramos que la inversión es la fuerza que tiene la capacidad de romperlo, la generación de proyectos productivos derivará en nuevos empleos, en mayor consumo de los hogares, en recaudación tributaria y en general en el crecimiento y el desarrollo económico de México.

*Presidente de Consultores Internacionales, S.C.

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