Cerca de 43 mil millones de dólares en remesas familiares fueron recibidas entre enero y septiembre de este año; esta cifra es la más alta para este periodo desde 1995, hace 27 años; su importe es ya superior a los ingresos petroleros, a los recibidos por turismo o por la inversión extranjera directa. Así, se convierte en uno de los principales flujos de divisas a nuestro país; ello provoca impactos positivos en materia de consumo; no obstante, no son detonadores de proyectos productivos.
El crecimiento en el monto total de las remesas recibidas en México no ha sido la única variable con trayectoria al alza en los últimos meses, también el número de transacciones realizadas en septiembre fue 10% más grande que en mismo mes del año pasado, y la cantidad promedio enviada por operación se incrementó en 3% en el mismo lapso.
Las remesas han crecido sustancialmente durante este año, tanto en montos como en número de transacciones, aliviando el consumo interno.
El fenómeno de las remesas implica una relación cercana y bidireccional entre México y Estados Unidos. Cuando al vecino del norte le va bien, nuestros compatriotas migrantes disfrutan los beneficios de la bonanza económica; al contrario, una desaceleración económica comprime sus ingresos y el potencial envío de recursos a México.
El comportamiento positivo de las remesas se explica por las transferencias y los beneficios sociales que el gobierno estadounidense continúa proveyendo a su población, incluida la migrante. Durante el tercer trimestre de 2022, las transferencias sociales de Estados Unidos fueron 18% mayores al periodo prepandemia. Las causas de la migración no son para enorgullecer a nadie, producto de las marcadas brechas en el ingreso y oportunidades laborales entre ambos países.
La entrada de remesas implica ingresos adicionales para los hogares de México. La importancia de esto es tan grande, que la propia Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) explicó que las remesas han sido esenciales para apuntalar el consumo en nuestro país y determinantes para que la entidad ajustara al alza su pronóstico de crecimiento económico mexicano para este año de 1.9% a 2.1%.
Aunque el PIB de Estados Unidos ligó dos trimestres consecutivos a la baja, lo que implica una recesión técnica, el envío de remesas no ha disminuido, derivado del tipo de industrias en las que se encuentran empleados los migrantes. De acuerdo con el Anuario de Migración y Remesas 2022 de BBVA Research, el sector estadounidense que más migrantes mexicanos emplea es el de servicios y comercio, con el 32.8%. Durante este año, este sector ha mostrado crecimiento en el vecino del norte, a diferencia de los bienes, el gasto gubernamental total y la economía en su conjunto.
Los mexicanos que trabajan en Estados Unidos se concentran en las industrias del turismo, restaurantes, hotelería y otras actividades con menores requerimientos de capital humano calificado, pero con una demanda e ingresos cada vez mayores por la disminución de la pandemia y confinamientos por Covid-19.
El menor dinamismo esperado de la economía de los Estados Unidos y el ambiente de altas tasas de interés impactarán en el ingreso disponible de las personas y con ello, el riesgo de disminución de los flujos de remesas hacia México.
Las históricas cantidades de dinero recibidas en el país por concepto de remesas sin duda han significado un paliativo para el todavía no recuperado consumo en el mercado interno. México no puede basar acciones de política económica sustentadas en este fenómeno; la obligación como país es brindar las condiciones favorables al empleo y la calidad de estos.
La inversión pública y privada deben ser el motor de crecimiento y para ello, se requiere de políticas orientadas hacia ese fin; México enfrenta condiciones favorables para lograrlo, el Estado debe asumir esa responsabilidad y liderazgo, de lo contrario estaremos perdiendo una oportunidad histórica.
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