Las economías, en prácticamente todos los ámbitos, están sujetas a lo que se denomina ciclo económico. Originalmente el concepto procede de eventos naturales: las estaciones, los periodos de sequía y de cosecha, es decir, épocas de bonanza y de crisis. En el primer cuarto del siglo XX, el economista Nikolái Kondrátiev hizo diferentes estudios e identificó que en las series históricas había “ondas” o ciclos que aproximadamente duraban 50 años, y estos fueron los primeros análisis sobre ciclos económicos que se realizaron. Prácticamente a un siglo de distancia se han logrado varios avances y precisiones respecto de su análisis y el lenguaje que debe utilizarse para evitar confusiones.
Parte de las convenciones que los economistas han adoptado tiene que ver con denominar al periodo posterior del momento más álgido de la crisis como recuperación; es decir, un tiempo de varios meses e incluso años, en que la economía muestra tasas de variación positivas antes de alcanzar el nivel previo a la crisis.
Este periodo de manera general se caracteriza por una reanimación de los mercados, recuperación del empleo, regreso paulatino de los flujos de inversión. No hay un tiempo determinado o previsto para su duración, cada caso es singular, aunque los modelos de forecast más actuales permiten desarrollar estimaciones aproximadas.
Específicamente para México, las estimaciones realizadas por Consultores Internacionales, S.C. sugieren que luego de la caída en el PIB de 2020 de -8.5%, la recuperación de los niveles previos a la crisis sería hasta 2024. Se espera una variación anual de hasta 4.1% para 2021 y tasas moderadas de alrededor de 2.0% entre 2022 y 2024.
Ahora bien, si consideramos que 2018 fue el último año con crecimiento en el PIB y lo tomamos como año base de la comparación, sería en 2024 el primer año en que se supere el nivel de 2018, con un crecimiento de apenas 0.9%.
Dicho en otras palabras, con independencia de que durante los siguientes meses y años, los valores del PIB en México muestren variaciones positivas (a tasa anual o trimestral) no será adecuado ni preciso hablar de crecimiento, más bien de recuperación y de las señales que ésta ofrece a la economía. De hecho, entre 2018 y 2024 la variación promedio anual habrá sido de 0.1% anual, es decir, será un periodo en el que prácticamente no habrá crecimiento económico y en el que, por el contrario, pese a indicadores positivos comparados contra 2020 y años subsecuentes, México estaría en etapa de recuperación, aunque incluso perdiendo niveles de desarrollo económico y social.
El crecimiento poblacional no se detendrá, incluso pese a los decesos observados por la pandemia, por lo que el PIB per cápita mantendrá una dinámica de decrecimiento mucho más prolongada. Mientras que en 2018 se estimaban 147 mil 773 pesos por persona (a precios de 2013), con los niveles de crecimiento económico y poblacional, se estiman 141 mil 237 pesos por persona para 2024, una pérdida de 4.4%.
Es cierto, es urgente retomar el camino del crecimiento económico, uno que demanda inversión, tanto pública como privada, nuevos proyectos, mayor productividad y por ende mejores salarios e impulso al consumo de los hogares. Habrá que transitar primero por la senda de la recuperación y no salirse de ella.
Se requerirá de objetividad, de tener claridad que ciertamente los indicadores con números positivos vendrán en los meses y años siguientes, pero que no necesariamente reflejan haber librado el estadio de crisis y mucho menos que los riesgos asociados se han disipado. En más de un sentido, es un momento de mantener arriba la guardia.
Presidente de Consultores Internacionales, S.C.