El segundo semestre de 2022 será complejo por la elevada inflación, las políticas monetarias más restrictivas y, en algunos casos como el de China, el reto de contener brotes de contagio. En mayo, los indicadores más oportunos anticipan el debilitamiento del crecimiento e inclusive una potencial recesión. Esta incertidumbre llega a México cuando comienza a mostrar signos de recuperación, por lo que cualquier decisión en falso puede salir cara.
La elevada inflación, además de distorsionar los precios de alimentos y energéticos, provoca que el crecimiento real de la actividad económica sea negativo. De acuerdo con el World Economic Outlook (WEO) de abril de este año del Fondo Monetario Internacional (FMI), entre agosto de 2021 y febrero de 2022 los precios de los productos básicos aumentaron 24%, y en el caso de alimentos se estima un alza de 11% en dicho periodo. Se pronostica que estos precios continúen aumentando durante todo el año y se “estabilicen” hasta el próximo.
El crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de las principales economías del mundo cayó en el primer trimestre de 2022 en -0.1% respecto del trimestre previo. De acuerdo con el último informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), las economías del G7 tuvieron un crecimiento intertrimestral negativo por los resultados en Estados Unidos (-0.4%, que de ser el mismo en todo el año resultaría en el famoso -1.5% anualizado), Italia (-0.2%), Japón (-0.2%) y Francia (0.0%), así como crecimientos débiles en Alemania (0.2%), Reino Unido (0.8%) y Canadá (1.4%).
La definición popular de recesión económica habla de dos trimestres consecutivos con crecimiento negativo. Algunas economías ya llevan el primero, ¿cómo vamos para el segundo? El índice de gerentes de compras (PMI, Purchasing Managers' Index) del sector manufacturero mide los nuevos pedidos, la producción, el empleo, los stocks y los tiempos de entrega. Es un indicador muy efectivo cuando se trata de anticipar el comportamiento económico, y se aprecia que para algunos países se está presentando un descenso en mayo en las nuevas órdenes de compra para la producción de exportación, lo que indicaría que la demanda se está debilitando poco a poco.
El gigante asiático tampoco se salva. Aunque China alcanzó un crecimiento trimestral de 1.3% respecto al trimestre anterior, se espera que un crecimiento bajo en el segundo trimestre por los contagios registrados. Si bien la estimación de crecimiento para China es de 4.5% para 2022, enfrenta la llamada “trinidad imposible”: implementar con éxito el programa Cero Covid, sincronizar su política monetaria con la de la Fed de Estados Unidos y, al mismo tiempo, emprender políticas expansivas para alcanzar el objetivo de crecimiento de 5.5% anual. Por eso lo de imposible.
Si el segundo trimestre no mejora, más allá de la inflación, se verán consecuencias en el comercio internacional. La producción intermitente en China y algunos paros en Estados Unidos provocarían las bajas del primer y del segundo trimestre y postergaría las distorsiones en las cadenas globales de valor.
La economía mexicana, con cifras ajustadas, presentó un mejor crecimiento del primer trimestre de 2022 y ya recuperó el nivel prepandemia del consumo interno privado. Ahí vamos poco a poco, por lo que la amenaza de una recesión global es lo que menos se necesita. Si se llega a la recesión, el canal de contagios será a través del debilitamiento de las exportaciones y de una menor inversión extranjera. La fortaleza para que México pueda librarse de ésta deberá ser interna y eso será mediante mayor inversión en infraestructura y mejorar los niveles de empleo.
En Consultores Internacionales, S.C. estimamos que la economía mexicana crezca entre 1.5% y 1.9% al cierre de 2022. Aunque de momento no se ve cercana una recesión en México, nuestro problema es que no crecemos. La falta de crecimiento, más que un problema de coyuntura como la recesión, es un problema estructural que debe resolverse de inmediato de lo contrario, el invierno estará cada vez más cerca.