Las estimaciones sobre los indicadores de las finanzas públicas para el cierre de 2024 y lo propuesto para 2025 plasmados en los Precriterios Generales de Política Económica para 2025, nos arrojan resultados de interés especialmente en lo referente a la evolución de la deuda. Si bien el Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público (SHRFSP) se mantendría en un nivel de 50.2% del PIB para ambos años, es de llamar la atención que en términos monetarios la deuda para 2025 se incrementaría en 1.1 billones de pesos, luego de que al cierre de 2024 se habrá incrementado en 2.2 billones respecto al cierre de 2023.

Para el cierre de 2024 se estima que los ingresos presupuestales se incrementen en 144 mil millones de pesos respecto de lo aprobado lo que implicaría llegar a 21.9% respecto al PIB, un aumento de 0.6 puntos porcentuales, mientras que el gasto neto presupuestario se incrementaría en 121 mil millones, cerrando en 26.9% del producto; con ello, el déficit presupuestario tradicional cerraría en 1.7 billones de pesos, equivalente a 5.0% medido como porcentaje del PIB.

Respecto de los Requerimientos Financieros del Sector Público (RFSP) para el cierre de 2024 pasarán de 5.4% del PIB a 5.9%, lo que implica un incremento de 132 mil 265 millones de pesos, acumulando 1.99 billones de pesos. De forma discreta el gobierno federal se está desviando de los niveles de deuda autorizados por el Congreso, lo que es una señal de alarma en especial si consideramos la trayectoria de endeudamiento que se ha delineado durante el sexenio.

El Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros (SHRFSP) cerraría 2024 con un monto de 17.05 billones de pesos, un incremento de 2.18 billones respecto al cierre de 2023, lo que implica un aumento de 9.7% en términos reales. Con respecto al PIB, el saldo aumentaría de 48.8% a 50.2%, lo que según la autoridad hacendaria representa una deuda pública sostenible, cumpliendo con la meta del balance presupuestario y el incremento del gasto público.

Sin embargo, no debe escapar que durante el sexenio este saldo histórico habrá pasado de 10.55 billones de pesos en diciembre de 2018 a 17.05 billones al cierre de 2024, un incremento de 22.3% en términos reales en la deuda pública, y que a juzgar por lo planteado en los Precriterios se pretende seguir aumentando el endeudamiento en 1.1 billones de pesos más para 2025.

Nuestro país ha demostrado que históricamente no sabe hacer un uso responsable de la deuda; generalmente, como es en este caso también, la deuda la usamos con objeto de financiar proyectos improductivos y gasto social, lo que sólo lleva a generar una carga importante a las finanzas públicas.

El país prácticamente se encuentra al filo de caer en un “perverso tobogán de deuda” con un final insospechado. El aumento de la deuda no es más que la resistencia de los gobiernos por ajustarse a los recursos disponibles y pretender seguir gastando sin medida. La solución es poco popular; se trata de incrementar los ingresos fiscales a partir de la reforma fiscal y hacendaria, o bien recortar el gasto, lo que este gobierno ha estado renuente a hacer.

Todo esto lleva a la reflexión de que los países deben aprender a vivir con lo que tienen, no volverse pretenciosos a costa del futuro. Si bien la deuda actual no es insostenible, el riesgo es que llegue a un punto de no retorno, con ausencia de equilibrio en los presupuestos e incapacidad de continuar invirtiendo en fines productivos. Con cada cambio de sexenio vienen nuevas ambiciones y propuestas de campaña a cumplir y que para realizarse requieren de más gasto, por lo que se corre el riesgo de repetir el ciclo hasta que sea insostenible.

Presidente de Consultores Internacionales, S.C.

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