La semana pasada, Inegi presentó los datos de la inflación de febrero, 3.76% interanual, acercándose al límite de 4% establecido por Banco de México como objetivo de política monetaria.
Este resultado aún está lejos de los niveles inflacionarios de 2017, por arriba de 6% y mucho más de los registros usualmente observados en las últimas décadas el siglo pasado; sin embargo, en consideración de una rigurosa disciplina financiera, se encienden las alarmas, más aún cuando la inflación mensual de febrero (0.63%) es la más alta desde 2010, considerando únicamente este mismo mes.
Son tres los elementos que presionan a la inflación y que pueden seguir en los meses siguientes, llevando, según las estimaciones de Consultores Internacionales, SC. por arriba de 4.2% al cierre de 2021.
El primero son los costos de producción. Desde el inicio de la pandemia en marzo de 2020, el índice de precios al productor, sin considerar los precios del petróleo, vienen creciendo rápidamente, a razón de 4.5% en el resto del año y registros de 5.3% y 5.9% en enero y febrero de 2021. Esto es, los productores en un contexto de fragilidad financiera, baja demanda y costos de producción crecientes, han iniciado con la transferencia de estos a los consumidores vía precios, una tendencia que va a mantenerse. Basta una revisión de la evolución de los futuros de diferentes commodities en el último año, para tener claridad que esto es un comportamiento de orden global, algunos ejemplos son cobre (17.7%), algodón (11.6%), platino (11.5%), maíz (11.5%), gas natural (2.8%).
El segundo elemento son los precios internacionales del petróleo. Las expectativas de una rápida recuperación de la demanda han llevado al Brent a cotizar cerca 70 dólares por barril y al WTI por arriba de 65.5 dólares. En México, la mezcla mexicana se cotiza en 64.48 dólares, niveles no observados desde la segunda mitad de 2019. Como primera consecuencia de ello se observa un incremento en el precio de los combustibles de uso automotriz a precios alrededor de 21.50 pesos por litro y no hay razones técnicas para suponer que habrá una disminución en el corto plazo, a menos que hubiera un incremento del subsidio, lo cual es virtualmente imposible en las condiciones de las finanzas públicas.
Finalmente, a considerar es el tipo de cambio, la banda técnica se ha ubicado en las últimas semanas alrededor de 20.70 pesos por dólar y estimamos que podría ir subiendo en los meses siguientes conforme suban los rendimientos del bono del tesoro y disminuyan la política expansiva de la Fed, lo que irá fortaleciendo el dólar y apreciándolo. Nuestra estimación es que podría superar 21.50 pesos por dólar en el año.
Para la economía nacional, ante un escenario de debilidad en el mercado interno, una baja de los ingresos, fragilidad de las empresas y fuerte disminución de la inversión en el mediano y largo plazos, los efectos de las presiones inflacionarias podrían afectar el crecimiento económico.
El próximo 25 de marzo Banco de México dará un nuevo anuncio de decisión de política monetaria, y en Consultores Internacionales, SC. no esperamos nuevos movimientos a la tasa de interés, en tanto que la inflación ha dejado poco espacio para ello, a lo que debe agregarse el aumento de los rendimientos de largo plazo de los bonos del Tesoro Estadounidense. De hecho, si las presiones inflacionarias continúan, la autoridad monetaria, en su mandato constitucional de preservar el poder adquisitivo del peso, deberá evaluar con prudencia las medidas de política monetaria en los meses siguientes.
Presidente de Consultores Internacionales, S.C.