En el principio fue el offshoring, es decir la deslocalización de operaciones productivas de las empresas que se situaban primordialmente en el país de consumo (y origen de la empresa) impulsada por la expansión del proceso globalizador, buscando una mayor eficiencia, reducir costos —sobre todo de mano de obra tanto calificada como no calificada—. Otro motivo importante fue la expansión a otros mercados de consumo como lo era China y nuestro propio país.

En este primer contexto, México supo aprovechar la cercanía posicionándose como un destino natural que se fue consolidando con el surgimiento de la industria maquiladora y con el tratado de libre comercio. Ciertamente el offshoring alcanzó a otros países con menores costos de insumos, especialmente en Asia, Centro y Sudamérica y Europa del Este, que se convirtieron en competidores directos de México.

Ahora bien, prácticamente en la última década una serie de factores y acontecimientos económicos, geopolíticos y sociales, entre los que se cuentan las crisis de las cadenas de suministro derivadas de la pandemia del Covid-19, seguida de la guerra entre Rusia y Ucrania, así como la “guerra” comercial entre EU y China han repercutido en la necesidad de las empresas de reevaluar la solidez y estructura de sus cadenas de producción. Como resultado, un importante número de empresas ha empezado a buscar otras localizaciones más cercanas o con mejores condiciones, para operar y tener mejor control.

Surge así el reshoring o relocalización de las operaciones productivas en otros países distintos a los actuales pero que sigan ofreciendo ventajas en términos de costos de insumos y logísticos, así como la solidez del estado de derecho y de seguridad transaccional. Subconjunto del reshoring o backshoring se distinguen tres modalidades: inshoring que es el regreso al país de origen buscando un mejor control de las cadenas evitando externalidades; el friendshoring o allyshoring que es el traslado a zonas que están política y económicamente alineadas con el país de origen; y el nearshoring del que se habla a diario en nuestro país.

La relocalización está avanzando a gran velocidad conforme se acrecienta el fenómeno de la “desglobalización", es decir la reversión de la expansión, en cierta manera descontrolada de la llamada “fábrica mundial” y el conflicto comercial y geopolítico entre China y Estados Unidos. Con la entrada de China a la OMC en 2001, su cuota de mercado de las importaciones norteamericanas se expandió, entre 2002 y 2017 el cambio porcentual fue de 300%, pero desde 2018 a raíz del conflicto económico entre ambas naciones las ventas chinas se desplomaron, entre 2018 y 2022 el crecimiento de las importaciones ha sido nulo. Ello representó una gran oportunidad para otros países que compiten por la cuota perdida y por las inversiones que representan el reshoring, entre ellos México.

Sin duda nuestro país se identifica como un destino con gran potencial para el reshoring, debido a que encaja perfectamente en cualquier modalidad: backshoring, nearshoring y allyshoring. Sin embargo, está desaprovechando la oportunidad por lo que se está quedando rezagado en la “guerra de los shorings”, ante países asiáticos. La cuota de mercado perdida por China la han acaparado los países que conforman la Asociación de Países del Sudeste Asiático (ASEAN), cuyas ventas conjuntas a los Estados Unidos crecieron 81.9% entre 2018-2022, frente a un crecimiento de México del 32.3% en el mismo periodo. Destacan especialmente Vietnam, con 159.4% de aumento; Tailandia, con 84%, e Indonesia, con 65.9%.

Por el lado de la Inversión Extranjera Directa, durante muchos años nuestro país ha sido un importante receptor (más de 30 mil millones de dólares al año), especialmente de los EE. UU.; sin embargo, países de la ASEAN han escalado de manera destacada en términos de la dinámica de los flujos. Según datos de la UNCTAD entre 2017 y 2022 los flujos de inversión hacia México apenas crecieron 3.8%, frente a un aumento de 80.2% en Malasia, 65.4% en Singapur y 27.0% en Vietnam; incluso China recibió 38.7% más en el mismo periodo. Sin duda, el universo del reshoring o nearshoring es enorme, como lo es la competencia internacional.

México no se debe dormir en sus laureles, pensando que con la ubicación y el T-MEC será suficiente para atraer más inversiones producto de la relocalización. Las debilidades estructurales e institucionales del país también tienen un peso importante, entre ellos la infraestructura, las fuentes de generación de energía, y sin duda el estado de derecho y la inseguridad. Hace años fuimos lideres en el offshoring, pero China nos rebasó. Ahora podemos ser líderes en el reshoring, pero tenemos trabajo conjunto por hacer.

Presidente de Consultores Internacionales, S.C.

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