La pronunciada alza de la tasa de interés en la Reserva Federal de Estados Unidos provocará, en adición a los altos niveles de inflación en México, que el Banco de México repita dicha decisión. Uno de los efectos del incremento en tasas de interés será el encarecimiento del financiamiento, particularmente de la deuda pública, cuyo costo financiero y de oportunidad afectará la sanidad de las finanzas públicas y el ya de por sí bajo nivel de inversión.
La política monetaria en México replicará la decisión de Estados Unidos. La semana pasada la Fed de Estados Unidos decidió incrementar en 50 puntos base su tasa objetivo. En Consultores Internacionales, S.C. esperamos que el próximo 12 de mayo, el Banco de México repita el mismo comportamiento y decida mover la tasa de interés objetivo de 6.5% a 7.0%. Considerando que nuestras estimaciones apuntan a que la inflación anual en el país cierre 2022 entre 6.7% y 7.7%, es previsible que la tasa de referencia se ubique entre 8.0% y 8.5% al final del año.
Es inevitable que la decisión del Banxico pase inadvertida para la deuda pública y es que, de acuerdo con las Estadísticas Oportunas de Finanzas Públicas de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), el costo financiero del sector público presupuestario en 2021 fue de 686.7 mil millones de pesos con un crecimiento de 0.09% respecto a 2020. Sin embargo, en el primer trimestre de 2022 los intereses del gobierno federal han crecido 17.3% respecto al mismo periodo de 2021, pasando de 76.2 mil a 95.9 mil millones entre 2021 y 2022, respectivamente.
Si la tasa sube, la deuda también. Al observar la relación entre la tasa de interés y el crecimiento de la deuda económica, se aprecia que, a partir de abril de 2020, una baja en la tasa de interés coincide con un menor crecimiento de la deuda; y de manera inversa, al subir la tasa, se acelera el crecimiento de la deuda.
La tasa de interés no es el único riesgo que incide en el aumento de la deuda pública. Entender su efecto implica revisar cuánta deuda está en tasa fija y sí es positiva o negativa en términos reales en función de la inflación; y cuánta deuda está en tasa variable ya sea en pesos o en dólares ya que esta última sólo es afectada por la tasa de interés de la Fed. Asimismo, inciden factores adicionales, tales como el entorno político y su efecto en la política económica, el ambiente de negocios, el nivel de deuda de Pemex y CFE e inclusive las notas crediticias emitidas por las calificadoras.
Si bien es cierto que los niveles de deuda son manejables, es de esperar que el alza de la tasa de interés de los siguientes meses contribuirá a que el costo financiero de la deuda siga subiendo, afectando la viabilidad de las finanzas públicas y el gasto programado en inversión. A manera de ejemplo, el costo financiero de la deuda en 2021 (686.7 mil millones de pesos), equivale al presupuesto aprobado para proyectos de construcción de aeropuertos y de mantenimiento de infraestructura (612.4 miles de millones de pesos), o al presupuesto para la Comisión Federal de Competencia Económica (616.3 mil mdp).
Aunque en la actualidad la deuda no sea un tema de preocupación mayor, si lo es el cúmulo de variables que inciden en ella y cómo se están comportando desde la capacidad recaudatoria de gobierno, hasta la efectividad de los proyectos bandera en infraestructura que han presentado complicaciones en su desarrollo, lo que está generando un caldo de cultivo para afectar a las finanzas públicas y que derivará en un proceso de desestabilización para la economía.
Si no se corrige hoy la orientación de las políticas públicas, se corre el riesgo de que en un futuro no muy lejano el gobierno se quede sin recursos por menor recaudación tributaria, reduciendo el gasto público -incluida la inversión-, y cueste cada vez más endeudarse para mantener el gasto social. Una tormenta perfecta que derivará en menor crecimiento económico.