La competitividad permite a los países alcanzar un mayor crecimiento y desarrollo económico, por lo que gobiernos deben generar las condiciones para que las empresas sean competitivas. No obstante, México corre el riesgo de quedarse rezagado en un entorno en el que la competitividad digital cobra cada vez mayor relevancia.

La competitividad es la capacidad de desarrollar ventajas sobre los competidores en los mercados; a nivel país, las ventajas competitivas atienden a la productividad de los factores, la estabilidad macroeconómica, el ecosistema de negocios y la infraestructura, entre otros más.

En ese sentido, el desarrollo de las nuevas tecnologías sirve como impulso para la sana competencia.

La evolución del mundo informático da lugar a incluir esta plataforma en todos los niveles del desarrollo. El Gran Confinamiento ha sido un evento disruptor que aceleró esta mega tendencia, por lo que ha ganado mayor importancia la necesidad de implementar la innovación tecnológica en todos los mercados y en las economías. La variable digital se convierte en un indicador a medir.

El Índice de Competitividad Digital del Centro de Competitividad Mundial del Instituto para el Desarrollo Gerencial (IMD Word Competitiveness Center) mide a 64 países en su capacidad para adaptar y explorar tecnologías digitales, como clave para la transformación económica de empresas, gobiernos y sociedad.

El reporte para 2021 dio a conocer que Estados Unidos continua con el primer lugar desde hace cuatro años, seguido por Hong Kong y Suecia. Del lado opuesto, las economías que ocupan las últimas posiciones son países de África y América Latina. México fue merecedor de la posición 56, disminuyendo dos lugares respecto a 2020.

La construcción del Indicador de Competitividad Digital toma en cuenta tres principales factores: conocimiento, tecnología y preparación para el futuro. Esta disminución deja en evidencia que México y países de América Latina y África no están destinando los suficientes recursos a dichos apartados. En consecuencia, la integración al mercado y a la competencia mundial, que cada día demanda más la inclusión de sistemas informáticos, avanza con lentitud para estos países.

Para escalar en la competitividad digital es necesario replantear los marcos normativos para que las tecnologías de la información penetren a las industrias con plenitud, para acortar tiempos en trámites bancarios y administrativos, pagos y depósitos, trayectos, distancias, entre otros. También para emitir regulaciones que permitan, en primera instancia, la salud virtual de los sistemas y, en consecuencia, la seguridad para los consumidores que entran en la dinámica tecnológica, proporcionando datos confidenciales y confiando la obtención de sus bienes y servicios en dichos sistemas intangibles.

De 2015 a 2019 la utilización de las tecnologías de la información en nuestro país se incrementó en 10.6%, es decir, un aumento en los usuarios de computadora, internet y telefonía celular de 20.73 millones personas. Por otro lado, el comercio electrónico como proporción del PIB se duplicó de 2013 a 2019.

En México la transición al mercado digital ha sido mesurada, rezagando nuestra competitividad ante una mayor demanda de la población por un mercado digital.

Es inminente plantear políticas públicas que acerquen a la ciudadanía mexicana a los sistemas informáticos a través de la formación de habilidades en materia tecnológica para generar impacto social positivo de las herramientas digitales en favor de su desarrollo personal, profesional y de bienestar.

Presidente de Consultores Internacionales, S.C.

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