Los más recientes indicadores de la actividad económica estadounidense han continuado su tendencia positiva, pero señalan un ritmo modesto para el segundo trimestre del año. En línea con nuestras estimaciones, la expectativa de crecimiento económico de Estados Unidos para finales del año 2023 sigue estando en el orden del 1%. Ello implica una desaceleración de la economía estadounidense a partir del tercer y cuarto trimestre del año; dentro de su estrategia de ataque a la inflación se está intentando no caer en una recesión que ha sido anunciada desde hace ya uno o dos años, pero que afortunadamente para el caso de México, no se hace realidad.

La inflación en los Estados Unidos continúa con una clara tendencia a la baja y para el mes de mayo se ubicó en 4.0% anual; no obstante, sigue lejos del objetivo de 2.0%, porque la inflación subyacente que excluye los precios de la energía y los alimentos se colocó en 5.3% anual.

Ello invita a la Reserva Federal a seguir considerando el aumento de la tasa de referencia un par de veces más a partir de su nivel de 5.25% de mayo, con objeto de seguir conteniendo el aumento de los precios; como consecuencia de esta política restrictiva, las expectativas de crecimiento para la economía estadounidense se debilitan.

Uno de los indicadores que ayudan a entender la fortaleza de la economía estadounidense es su mercado laboral, que en abril y mayo pasados han mostrado alto dinamismo: los ingresos de los empleados van al alza, mientras la tasa de desempleo se mantiene con cambios marginales, pasando de una tasa de 3.7% en mayo pasado a 3.6% en junio.

Parece claro que la estrategia de la Reserva Federal continuará enfocada en la reducción de la inflación a pesar de provocar desaceleración en el crecimiento.

Las estimaciones de crecimiento de la economía estadounidense muestran que en algún momento la desaceleración de la economía llevará a una ligera recesión; no obstante, nosotros consideramos que su duración y profundidad no serán significativas en el tiempo.

En todo caso, las afectaciones de la desaceleración y/o ligera recesión de la economía estadounidense mostrarán efectos en la economía de nuestro país por el grado de cercanía y complementariedad que se tiene con nuestros socios del T-MEC. Ya la economía mexicana empieza a mostrar signos de desaceleración en algunos indicadores como la reducción del valor de las exportaciones, la menor recaudación de impuestos derivados del consumo como lo es el caso del IVA y otros más, lo que también desacelerará el ritmo de crecimiento del país en lo que resta de 2023.

Los riesgos siguen latentes y México debe prestar atención a ellos; procesos de anticipación, protección y detección de oportunidades son actividades que el país debe tener presente; no sólo en todos los niveles de gobierno, pero también a nivel de las empresas y organizaciones productivas.

En este sentido no se deben olvidar tampoco las disputas existentes respecto al maíz transgénico para consumo humano y la política energética, que tensan la relación en la región del T-MEC y que pueden generar efectos en la economía. Desde la perspectiva de las oportunidades, el rápido aprovechamiento de la corriente de relocalización (nearshoring) que el país experimenta debe atenderse con prioridad.

Más allá de lo que signifique una expectativa de crecimiento de 1.0% para finales del 2023 por parte de la economía estadounidense, México deberá adelantarse y enfocarse en una estrategia de fortalecimiento de la productividad del empleo, incentivar el consumo y el apoyo a su mercado interno para así depender en menor medida de las externalidades negativas ocasionadas por el exterior.

Presidente de Consultores Internacionales, S.C.

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