El tipo de cambio del peso mexicano con el dólar estadounidense, para sorpresa y confusión de algunos, ha mostrado una “recuperación” prometedora durante los últimos meses que no se ha explicado por los factores “tradicionales”. ¿A qué se debe esta marcada apreciación? ¿Acaso estamos frente a la ansiada recuperación económica o es más bien el resultado de un complejo e inusitado contexto internacional? La respuesta a estas preguntas podría ofrecer una orientación sobre su comportamiento próximo.
¿Qué ha pasado desde principios de año con la paridad? Se puede observar una fase alcista y una bajista. La alcista fue muy corta, del 23 de febrero de 2022 al 8 de marzo, cuando la paridad se ubicó de 20.24 a 21.37; y la bajista, que es la que ha generado más controversia explicativa, se dio del 8 de marzo al 4 de abril, cuando la paridad se ubicó de 21.37 al punto más bajo de este período, 19.74.
Fue tanta la sorpresa del fortalecimiento de la moneda que el gobierno federal, como en otras ocasiones, ha echado las campanas al vuelo en señal de triunfo ante la caída reciente de la actividad económica derivada de la crisis sanitaria iniciada en 2020, que tan solo el año pasado cayó -8.2%. Ante este dato, ¿realmente la economía mexicana se está recuperando? Los datos parecieran contradecir la victoria gubernamental.
El escenario macroeconómico nacional se enmarca en una problemática que no augura un futuro prometedor, a pesar de que el gobierno federal, mediante diversas instancias, se ha mostrado “optimista” respecto a la salida de la crisis reciente: el dato de inflación de la primera quincena de abril se ubicó en 7.7%, el más alto en 21 años según las estadísticas disponibles, el desempleo –medido por la población desocupada de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo– es de poco más de 2 millones de personas y, como se esperaba, se siguen deteriorando las expectativas de crecimiento para la economía mexicana ubicándose, en promedio, en 2.0% para el cierre de año de acuerdo con diversas instituciones públicas y privadas.
Si, como se puede concluir, no hay tal recuperación de la economía mexicana vista desde las variables económicas fundamentales, la respuesta a la apreciación del peso pareciera estar en al menos tres factores del ámbito internacional.
La primera es que se esperaba que tras los anuncios de diciembre del año pasado por parte de la Reserva Federal (Fed) y del Banco Central Europeo (BCE), en el que señalaron el rumbo de la política monetaria de ambos bancos centrales para 2022, el dólar se apreciara (se fortaleciera y el peso mexicano retrocedería), no obstante, esto aún no se implementa por completo.
Entonces las explicaciones a estos fenómenos atípicos de principios de año del tipo de cambio parecen ser: la salida masiva de capitales, medida por la tenencia de valores gubernamentales de residentes en el extranjero, que explicaría la depreciación de febrero y marzo; el aumento en el precio del petróleo crudo, y en general de los energéticos, que explicarían, en parte, la apreciación de estos últimos días.
La respuesta a la volatilidad de la paridad muestra, como se esperaba, un escenario incierto. Ante este panorama ilusorio se recomienda a los empresarios y a los hogares ser cautelosos porque se espera que en las próximas semanas el tipo de cambio tenga un rebote luego del anuncio de la Fed, asegurando que están preparados para un aumento de 50 puntos base de la tasa de fondos federales en mayo para controlar los precios y por el posible aumento de la tasa de referencia mexicana.