A partir de la reactivación de la economía luego de la pandemia, el mercado laboral parece estar en una recuperación casi total con una tasa de desocupación de 2.8% para el mes de abril, manteniéndose en niveles históricamente bajos, incluso menores a la situación prepandemia que llegó a 3.1% en diciembre de 2019. Sin embargo, los problemas estructurales del mercado laboral salen a la luz como son las condiciones críticas de ocupación, la informalidad, la subocupación, la baja en la productividad, entre otros, los cuales no sólo se han mantenido en niveles altos, si no que en algunos casos van en aumento.

Si bien los más recientes datos de ocupación y empleo nos pueden estar dando una señal positiva del mercado laboral en cuanto que se registra un mayor número de personas ocupadas que hace un año, si analizamos más a fondo los datos publicados tomando en cuenta las condiciones en que se genera el empleo, se hace notar la precaria situación de estos que afecta directamente al poder adquisitivo de las personas que no superan el umbral de la pobreza o no cuentan con la capacidad de adquirir una canasta básica, condición a la que se le ha definido como “working poor” por parte de la Comisión Europea y por la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos.

Desde 2018 hasta el primer trimestre de 2023 la tasa de informalidad respecto a la población ocupada se mantiene en un promedio de 27.7%, por lo que más de un cuarto de la población ocupada no está registrada ante las autoridades fiscales ni cuenta con seguridad social y prestaciones; en cuanto a la tasa de población en condiciones críticas se mantiene en un promedio de 35.6%, lo que indica que más de un tercio de la población ocupada se encuentra en condiciones inadecuadas de empleo desde el punto de vista del tiempo de trabajo, los ingresos o una combinación insatisfactoria de ambos, lo que resulta particularmente sensible en las áreas rurales del país.

Como último indicador se encuentra la tasa de la población con ingresos laborales menores al costo de la canasta básica (PILMCCB), se tiene que en promedio 40.0% de la población ocupada se encuentra en esta situación. Si bien la política de recuperación del salario mínimo ha permitido la mejora en el poder adquisitivo del personal ocupado en el sector formal, se desconoce si esto ha beneficiado al sector informal, el cual integra a más de un cuarto del personal ocupado. Además de que las altas tasas de inflación se han convertido en un elemento de presión para el poder adquisitivo de las personas empleadas en sectores tanto formales como informales, por lo que se deben realizar ajustes periódicos teniendo en cuenta factores económicos y las necesidades de los trabajadores y sus familias.

Son de destacar los comportamientos dispares del empleo y sus condiciones, donde las zonas del sur y centro muestran el mayor rezago. Respecto a la población en pobreza laboral o con un ingreso laboral menor a la canasta básica, para el primer trimestre de 2023, sobresalen Chiapas, con 67.2% de su personal ocupado; siguiendo Guerrero, con 59.8%, y en tercer lugar Oaxaca, con 57.2%, mientras que a nivel nacional el promedio es de 37.7%.

La tasa de informalidad para el primer trimestre de 2023 nos muestra que Tlaxcala, con 41.7% de la población ocupada, tiene el mayor registro, seguido de Oaxaca, con 40.2%, y en tercer lugar Hidalgo, con 37.5% de su población ocupada que se encuentra en la informalidad, mientras que el promedio nacional se ubica en 28.2%. Respecto al personal en condiciones críticas, el promedio nacional para el primer trimestre registra 33.3%; sin embargo, el estado que se encuentra con el mayor porcentaje es Chiapas, con 50.2%; en segundo lugar se encuentra Tlaxcala, con 46.7%, y en tercer puesto se tiene al Estado de México, con 40.9% de su población ocupada.

El problema de fondo es que estos indicadores de personas que trabajan, pero son pobres y carecen de derechos laborales, están fuera de proporción y pese a que esperaríamos una mejora de la situación debido a los estímulos fiscales y macroproyectos para que las empresas se relocalicen en estados de la zona sur, esto puede causar un desplazamiento de la población debido a la falta de personal capacitado para operar dentro de las nuevas empresas.

Es de notar que en México se agregan nuevos empleos que no están acompañados por un aumento en la productividad; de hecho, la productividad del personal ocupado y de las horas trabajas ha bajado debido a la falta de generación de valor agregado y de desarrollo de capital humano. La calidad del empleo que se genera es un asunto fundamental en este contexto, ya que año con año, demográficamente más de un millón de jóvenes se integran al mercado laboral y si no encuentran un empleo formal, optan por trabajar de manera informal o en condiciones precarias y desgraciadamente las expectativas hacia el futuro no son muy favorables.

Para crecer, mejorar el ingreso y reducir la pobreza se debe de superar la trampa de crear empleos sin importar la calidad; además, se debe impulsar la creación de un círculo virtuoso con la generación de empleo con mejores condiciones – elevando la productividad – teniendo un efecto directo en la producción – lo que resultaría en la generación de mayores empleos de mejor calidad. Círculo virtuoso que necesita de la participación de todos los agentes económicos del sector empresarial y gubernamental.

Presidente de Consultores Internacionales, S.C.

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