En los últimos 14 meses, los países de todo el mundo han enfrentado una aceleración de las desigualdades sociales y económicas. La crisis sanitaria y económica ha aumentado notablemente las brechas de ingreso per cápita, escolarización, acceso a servicios básicos, pobreza y vulnerabilidad. Ese mismo escenario es el que se observa al interior de las entidades federativas en México; tradicionalmente, nuestro país es característico por las disparidades y contrastes.

En México, las desigualdades entre estados son tan grandes como las observadas entre países, ya sea medida por los ingresos per cápita, el crecimiento y desarrollo de las regiones o la competitividad; más aún, estas diferencias que se han profundizado continuarán debilitando las posibilidades y oportunidades de mejora para millones de personas en el país. Según datos del Instituto Mexicano para la Competitividad A.C. (IMCO), las entidades con mayor avance en competitividad durante 2020 fueron Ciudad de México, Querétaro, Chihuahua, Colima y Yucatán. Desde la perspectiva de dicha institución, serán éstas las que mayores oportunidades de recuperación tengan en el futuro próximo.

Los efectos de la pandemia y de la contracción económica en México fueron abrumadores en prácticamente todos los estados de la República, pero también fueron diferenciados: aquellas entidades con menor diversificación económica y condiciones de marginación, pobreza y debilidad económica tuvieron efectos más pronunciados. Según los datos más recientes de Inegi, a través del Indicador Trimestral de la Actividad Económica Estatal (ITAEE), las entidades que tuvieron mayores afectaciones fueron Quintana Roo y Baja California Sur, dos estados estrechamente ligados al turismo internacional y los servicios asociados. Por otro lado, estados con actividad industrial tanto en el Norte como en el Bajío, que mostraron caídas a doble dígito en el segundo trimestre, han venido recuperándose parcialmente.

El momento histórico es clave para el desarrollo local. La crisis puede convertirse en la oportunidad de un replanteamiento de la visión de largo plazo de las entidades federativas. Será un proceso que requerirá de observación razonada, participación y compromiso de los diferentes actores políticos y económicos. Hoy más que nunca, el desarrollo local será el principal conductor del crecimiento económico nacional.

Las entidades federativas son jugadores en materia de atracción de inversiones y deberán considerar que en un contexto de incertidumbre, tensión y aversión al riesgo, aquellas que logren ser más competitivas, tendrán una mejor posibilidad de desarrollo y atención a su población.

En Consultores Internacionales, S.C. coincidimos con las propuestas realizadas por el IMCO, sobre recuperar la responsabilidad fiscal de los estados, atención de la seguridad pública y prácticas de extorsión, innovación y mejora de los sistemas de salud y educación. A lo anterior debe agregarse una visión proactiva y de largo plazo para apoyar a formalizar las actividades económicas de miles de pequeñas empresas que operan fuera del marco normativo. Esto ofrecerá certeza y condiciones a las autoridades estatales para planear y ejecutar mejoras a la competitividad. Las autoridades deben establecer estrategias para el aumento de la productividad de los factores y el desarrollo de cadenas productivas locales, para lo cual se requieren estrategias coordinadas entre los tres órdenes de gobierno, la iniciativa privada y el sector financiero, tanto banca comercial como de desarrollo.

Será necesario que todos estos esfuerzos sean acompañados por los centros de educación superior y media superior, de manera planeada y coordinada. Las entidades federativas requerirán de talento y actitud innovadora en materia de políticas públicas, de acciones regionales, de la aplicación del Estado de Derecho y la certidumbre para los diferentes actores.

*Presidente de Consultores Internacionales, S.C.

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