Se publicó la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) para el tercer trimestre de 2022 y sus hallazgos apuntan a una recuperación del mercado laboral en relación con los retrocesos observados durante la pandemia de Covid-19, pero también resaltan el avance de la informalidad, además con una brecha entre hombres y mujeres. Desde hace 35 años, al menos la mitad de los trabajadores han sido empleados en puestos informales, aumentando los costos sobre la economía nacional y vulnerando sus condiciones laborales.
La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) actualizó al alza sus estimaciones de crecimiento económico para México de 2.1% a 2.5% en 2022 y de 1.5% a 1.6% en 2023. Según la entidad, nuestro país retomará las tasas de crecimiento por encima del 2% hasta 2024, para lo cual estima indispensable aumentar la participación femenina en el mercado laboral, reducir la informalidad y mejorar la calidad de la educación.
En relación con el tercer trimestre de 2021, la última ENOE reporta que la Población Económicamente Activa (PEA) creció en 1.1 millones de personas, avanzando del 59.4% al 59.9% del total de la población de 15 años o más. El número de personas ocupadas se colocó por arriba del año pasado en 1.6 millones de individuos, lo que implica que el desempleo disminuyó de 4.2% a 3.4%. El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) reportó un incremento de 207 mil puestos de trabajos formales en octubre, la cifra más alta en toda la historia de la entidad.
Aunque el empleo se ha fortalecido, también lo ha hecho la informalidad. Para el tercer trimestre de 2022, 31.9 millones de personas se encuentran empleadas en el sector informal, 500 mil más que hace un año, lo que representa el 55.6% de la población ocupada. De ese incremento, 430 mil fueron mujeres, el 86%, lo que sugiere distorsiones sustantivas en el mercado laboral en términos de las diferencias en años de educación promedio por género, brechas salariales, segregación ocupacional de trabajos calificados, y cambio de patrones en centros de trabajo en el periodo postpandemia.
La informalidad laboral da pie a diferencias y pérdidas irrecuperables a nivel micro y macroeconómico. Por cada 100 pesos de salario que recibe un trabajador formal, uno informal percibe solo 55. Además, sólo uno en cada 100 trabajadores formales recibe salarios insuficientes para adquirir una canasta básica, mientras que para el caso de los informales la magnitud es de 22 de cada 100.
El Banco de México realizó un estudio en 2021 para determinar el impacto de la formalidad sobre el PIB per cápita en las diferentes regiones de México. Sus resultados apuntan a que, si no existiera informalidad laboral, el PIB per cápita en la región norte del país sería 19.6% más alto, en el centro norte 28.4%, en el centro 27.2% y en el sur 31.5%.
Según la OCDE, los impuestos sobre la renta salarial de los trabajadores mexicanos son 19.6%, en promedio. Dado que los empleados informales en México perciben, en promedio, 5,506 pesos mensuales, el incremento anual reportado en la última ENOE representa una pérdida en la recaudación fiscal de 539.6 mil millones de pesos, equivalente a 6.5% de los ingresos presupuestarios programados para 2023.
Así, la informalidad laboral ha enraizado como un problema estructural de la economía mexicana. Sus causas y efectos se retroalimentan y exacerban la baja productividad, el poco crecimiento económico, las pérdidas en la recaudación fiscal, y las brechas y desigualdades de género.
En la coyuntura actual, la actividad y dinamismo económico no pueden detenerse más, por lo que es indispensable identificar áreas geográficas, sectores o grupos poblacionales más propensos a laborar en la informalidad, con el fin de detectar y revertir las condiciones subyacentes que orillan a esta condición. Los costos micro y macroeconómicos no son poca cosa y su importancia como obstáculos al crecimiento cada vez mayor.
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