La crisis económica que enfrenta México y el mundo, en principio a causa del Covid-19, dejará una serie de estragos que por ahora son difíciles de dimensionar, en lo económico esperamos una contracción del PIB de hasta -10% al cierre del año, lo que derivará en el cierre de miles de empresas y la pérdida de cientos de miles de empleos.

A esta última variable queremos referirnos en las siguientes líneas. Entre marzo y mayo, según datos del IMSS, se han perdido un millón 30 mil 366 empleos formales, de los cuales 66% eran trabajadores permanentes y el resto eventuales.

Según los últimos datos disponibles del Inegi, para el primer trimestre de 2020, la tasa de desocupación se ubica en 3.45%. En Consultores Internacionales, S.C. estimamos que esta tasa podría llegar a ser de entre 6.18% y 7.15% para el año; esto significaría que las personas que buscan un empleo sin encontrarlo pasarían de ser 1.9 millones de personas en el primer trimestre del año, a entre 3.5 y 4.1 millones de personas.

Lo que ya puede percibirse en las estadísticas es la disminución en la población empleada con ingresos mayores a tres salarios mínimos. Durante 2018, este grupo rondaba los 7 millones de personas, para 2019 disminuyó a 4.8 millones y durante el primer trimestre de 2020 únicamente se registraron 3.9 millones de personas. Es decir, estamos observando una pauperización del empleo que, si bien es cierto ha sido gradual, en los últimos trimestres se aceleró y podemos esperar que sea este grupo el principal afectado en el resto del año.

El desempleo es una consecuencia de una serie de elementos que se han conjugado al mismo tiempo, al menos cuatro trimestres consecutivos con tasas negativas en el PIB total, la caída en variables como la inversión y el consumo, por supuesto el confinamiento al que hemos tenido que acatarnos y las políticas de austeridad que se implementaron durante la presente administración, principalmente.

Lo verdaderamente relevante es ¿cuáles serán las causas de la crisis por desempleo que afecta a nuestro país? Coneval hace unos días estimó que a causa de la crisis económica en México habrá 9 millones de personas más con ingresos menores al costo de la canasta básica y que, de hecho, buena parte de la población que en 2018 no era ni pobre ni vulnerable, en 2020 pueda estar en estas condiciones.

La pérdida del empleo implica la cancelación de una de las principales fuentes de ingresos de los hogares, fuerte presión a su nivel de gasto y, por supuesto, la imposibilidad de continuar con acceso a servicios de salud y otras prestaciones laborales necesarias para la economía familiar.

Pero, las organizaciones son también grandes afectadas. La decisión de reducir gastos, y con ello hacer recortes al personal de trabajo es siempre complejo, afecta fuertemente varios aspectos internos que van desde la confianza del equipo de trabajo hasta la pérdida de experiencia, lealtad, conocimiento, habilidades y productividad.

Las organizaciones se verán fuertemente presionadas por la pérdida de know how, lo que podría implicar en algunos casos la disminución de ventajas competitivas, dificultad para la transmisión del conocimiento a los empleados que permanezcan y, eventualmente, derivar en una rotación incluso mayor a la esperada.

Asimismo, habrá una fuerte depresión de la innovación dentro de las organizaciones. Aquellos líderes en esta área tendrán un trabajo más complicado por la pérdida de talento y de trabajos asociados que permitan destinar espacio a idear nuevas formas de trabajo, nuevos productos y procesos más eficientes.

La pérdida del capital humano podría ser incuantificable, especialistas y expertos en sus respectivas áreas, incluso en aquellas que no son sustantivas para las organizaciones, se verán en la necesidad de buscar nuevos puestos de trabajo, en un mercado laboral fuertemente presionado. Sin duda, será uno de los obstáculos más complejos de superar hacia la recuperación económica que requiere nuestro país.

*Presidente de Consultores Internacionales, S.C.

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