Los próximos años no lucen alentadores para la inversión en México. La cada vez menor participación del gasto productivo como parte del gasto público y las expectativas de Inversión Extranjera Directa (IED) proveniente de Estados Unidos, son señal de que el mensaje a los mercados sobre la certidumbre a la inversión no ha cambiado. En el país se sigue sin entender que sin inversión no habrá crecimiento y recuperación.
En días previos, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) dio a conocer la Estructura Programática para el ejercicio fiscal 2023, esto es, el registro de los programas presupuestarios en los que se repartirá el gasto público del próximo presupuesto de egresos. Entre lo más relevante destaca la eliminación de 20 programas y el alta de cinco nuevos; particularmente, en torno a la inversión, sobresale la eliminación de 10 programas orientados al fomento y a proyectos de inversión.
La eliminación de programas es un mensaje que abona a la incertidumbre en la inversión. La mayor parte de los programas eliminados fueron operados por la SHCP como actividades destinadas a la promoción y al fomento de los sectores social y económico, y de inversión por la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes. Entre 2019 y 2022, estos programas tuvieron un presupuesto bajo o nulo, el más destacado fue el programa F01 Garantías liquidas, creado en 2007, con 2 mil 743 millones de pesos en 2019 y 2020 y cuyo fin era contribuir al crecimiento y desarrollo del medio rural del país estimulando económicamente la actividad productiva.
La reorientación del gasto refleja la continuidad de militarizar la infraestructura logística nacional. El otro cambio significativo es la eliminación de los programas relacionados con el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, proyecto que continuará bajo el liderazgo de la Secretaría de Marina y que se suma a los puertos y aeropuertos bajo custodia de las Fuerzas Armadas. La eliminación de programas de inversión no son una sorpresa, sino una tendencia.
El gasto productivo y de inversión es cada vez menor. Con excepción del último año en el que se buscó corregir la tendencia a la baja, entre 2010 y 2020, el gasto público orientado a las funciones productivas y de inversión pasaron de representar de 34.6% a 26.5% y de 17.1% a 11.1% respectivamente, como proporción del total. Ante un gasto administrativo que se ha mantenido y uno en desarrollo social en aumento, el Estado tiene cada vez menor capacidad para impulsar la inversión pública.
En consecuencia, el gobierno debería alentar a la mayor inversión privada, pero no es así. En términos de formación bruta de capital fijo, en el primer trimestre de 2022, 86% es aportado por la iniciativa privada y se observa cómo a partir de 2019 ha tenido un comportamiento a la baja que no se ha logrado recuperar. Las señales a la inversión mantienen al país inmerso en una mediocridad económica porque se sigue sin entender su relevancia y más aún, ante la falta de apertura al mundo, se tiene el riesgo de quedar ajeno de la inversión extranjera.
El compromiso por parte de empresas de Estados Unidos de invertir 40 mil millones de dólares (mdd) hacia 2024 no es razón de celebración. Posterior a la deslucida visita de Estado, se celebró la llegada de más inversión, algo que sin duda es positivo, pero que merece contexto. En la última década, la IED ha representado en promedio 12.5% de la formación bruta de capital fijo, siendo Estados Unidos quien aporta 40.9% de la IED total. En lo que va del sexenio, se han captado 46 mil mdd de IED de Estados Unidos que, sumados a los 40 mil anunciados, totalizarían 86 mil mdd al 2024, cifra apenas superior a los 85.2 mil mdd recibidos entre 2012 y 2018. En el mejor de los casos, la inversión, lejos de crecer, apenas se mantendrá.
La eliminación de programas de inversión pública, la militarización de proyectos de infraestructura y la falta de reglas claras, son los mensajes que ahuyentan a la inversión privada nacional y extranjera, por lo que México deberá cambiar el discurso en la medida en que se requiera continuar con el lento proceso de recuperación y retomar la senda del crecimiento y el desarrollo económico. Aún estamos a tiempo para elevar la inversión pública, corregir los mensajes hacia la inversión y alentar a la iniciativa privada.