En 2021 no se recuperaron los empleos perdidos de 2020; peor aún, los creados tienen menores sueldos y condiciones laborales precarias. El crecimiento del empleo no puede sustentarse en la informalidad, México necesita crecer e implementar una política laboral que permita llegar al millón de empleos en condiciones dignas.

La generación de empleos en la economía fue soportada por la informalidad. Los últimos datos publicados por el Inegi sobre la ocupación y el empleo señalan que, en promedio, en el último año se incrementaron en 1.05 millones de personas ocupadas en el sector formal y en 3.13 millones en el sector informal. La informalidad laboral en México está presente en 31.6 millones de personas ocupadas al cierre de 2021, lo que representa 55.8% de la población ocupada total.

El 61.0% de la población ocupada no tiene acceso a las instituciones de salud. Las personas sin acceso a servicios de salud alcanzaron 34.6 millones de personas ocupadas. Asimismo, el nivel de las remuneraciones medias en la economía no se ha recuperado en la industria manufacturera y en el sector de servicios. Crear empleos en condiciones laborales precarias, después de haber perdido tantos, no puede calificar como recuperación laboral.

La elevada informalidad y el empleo precario revelan la frágil realidad del empleo en México y de los ingresos de las familias. Son la evidencia de las distorsiones del mercado laboral en el país y le restan al trabajador la posibilidad de acceder a una pensión, a prestaciones como vacaciones, aguinaldo, servicios de salud y al crédito.

Siguen faltando los empleos formales perdidos en 2020. Datos del IMSS señalan que en 2020 se perdieron 648 mil empleos formales y que en 2021 se crearon 782 mil nuevos empleos. Al hacer un balance pareciera que se recuperaron; sin embargo, es falso, porque no sólo siguen perdidos esos empleos, sino que seguimos sin llegar al millón.

El empleo informal es un lastre para la economía, pero lo es más el empleo perdido. La falta de generación de empleos dignos afecta a la economía porque debilita a los hogares y reduce el consumo privado y los ingresos públicos. El daño a las finanzas públicas se da por una menor recaudación. Se debilitan los fondos de pensiones y de acceso a la vivienda, el sistema financiero se ve mermado porque las Afore tienen menos recursos para invertir y también reduce el acceso al crédito (nómina, consumo, automotriz e hipotecario), además de que los recursos para el sistema de salud pública se ven reducidos.

México no tiene condiciones para recuperar al mercado laboral. En primer lugar, porque para crear más empleos se necesita crecer, y nuestro país cada vez se está estancando más. En segundo lugar, no sólo falta una política laboral de largo plazo, sino que las actuales van en sentido opuesto, porque están más enfocados en prohibir el outsourcing, subsidiar la falta de preparación y aumentar el salario mínimo.

No hay soluciones inmediatas para generar empleos de calidad y bien remunerados; es necesario establecer y ejecutar una política laboral dinámica y de largo plazo, así como realizar un conjunto de acciones que involucren a todos los sectores para procurar un crecimiento sostenido.

No se trata de dar el pescado, sino de enseñar a pescar: los programas sociales, lejos de ayudar a elevar los niveles de productividad, se convierten en un lastre para lograrlo. La productividad en el trabajo seguirá reduciéndose en la medida en la que no existan acciones enfocadas a mejorar las capacidades laborales productivas.

El empleo es medular para la economía, porque no sólo la dinamiza, sino que contribuye a reducir la inseguridad y a generar una mayor cohesión social. En 2022 existe el riesgo de continuar deteriorando el mercado laboral y afectar el bienestar de los hogares por el incremento en la inflación. El apoyo al empleo es clave para sacar a México de su estancamiento económico y recuperar la productividad y la competitividad perdidas.

Presidente de Consultores Internacionales, S.C.

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