La actividad industrial mexicana en el mes de septiembre registró por 19 mes consecutivo una nueva contracción, medida a través de su variación anual. Los datos estimados por Inegi y presentados hace unos días, muestran una caída del orden de 7.5%, para septiembre en su comparación con el mismo mes de 2019.
Esta información se vuelve relevante porque luego de las fuertes caídas en la actividad observadas en abril y mayo, se había registrado un impulso en los meses siguientes que llevó a suponer que la recuperación de este sector podría ser rápida; sin embargo, se detuvo en septiembre, conteniendo también el optimismo.
Lo que se observa es que el valor registrado en septiembre obedece más a la fragilidad estructural del sector industrial que a la coyuntura y se percibe como una continuidad de la dinámica económica que ya venía registrándose desde la segunda mitad de 2019.
Al interior del indicador se observa que el subsector construcción continúa siendo el más afectado, con más de 20 meses consecutivos con tasas de crecimiento anual negativas, seguido por el subsector de generación, transmisión y distribución de energía eléctrica, suministro de agua y de gas por ductos al consumidor final, que hiló siete meses de decrecimiento.
La industria minera, otro de los componentes del indicador, se mantiene a la baja con decrecimientos moderados de en promedio 4% a tasa anual entre abril y septiembre de este año.
Por su parte, las manufacturas, el componente más importante de la industria, ligó 12 meses consecutivos con caídas a tasa anual, aunque la de septiembre (5.0%) es la menos profunda desde marzo y es el cuarto mes consecutivo que en su comparativa mensual se observan crecimientos.
Sin embargo, es un sector que muestra una dinámica desigual, mientras que por un lado las manufacturas eléctricas y electrónicas tienen un dinamismo de moderado a fuerte, la industria del transporte presenta una recuperación lenta y otras como la textil, muestran fuerte deterioro.
En Consultores Internacionales, S.C. tenemos claridad sobre la correlación entre, el crecimiento y desarrollo económico y la dinámica del sector industrial mexicano. De manera directa, la industria manufacturera aportó en promedio una quinta parte del crecimiento de la economía nacional durante la década pasada e incentivó indirectamente a otros sectores económicos, desde la agricultura y la ganadería, hasta servicios como los financieros, el comercio, entre varios más.
La coyuntura económica y sanitaria parece haber distraído a los diferentes actores económicos de la necesidad urgente de una política industrial, aun cuando en este momento es esencial su ejecución por ser una herramienta que permitirá la reconstrucción del mercado interno. Se trata de un ejercicio de política pública, con responsabilidades compartidas con la iniciativa privada, que debe cumplir con una serie de características.
La primera es que debe ser diferenciada, cada industria tiene necesidades diferentes, razones de crecimiento y decrecimiento singulares y competidores internacionales con características diferentes, por lo que requieren incentivos y acciones específicas.
La segunda, debe ser de largo plazo, si bien es imperativo hacer ajustes estratégicos para enfrentar los meses siguientes, la política industrial debe estar enmarcada en los siguientes 30 años, cuando menos.
La tercera, debe tener un enfoque regional, considerando las diferentes vocaciones productivas y un enfoque específico para el desarrollo de infraestructura asociada.
En tiempos de distanciamiento entre sector público y privado, este último debe ser mucho más proactivo; hay una serie de riesgos que, de materializarse, pueden afectar fuertemente a la industria. Por ello, su participación innovadora, unida y bien sustentada es fundamental y necesaria hacia la tan ansiada recuperación económica nacional.