En México, las pequeñas y medianas empresas (Pymes) son pieza clave en el sistema económico. Según Inegi, en 2018 este universo representó cerca de 6.35 millones de establecimientos que emplean a 25.5 millones de personas y guardan una estrecha relación con la actividad económica; sin embargo, son las Pymes quienes más presiones enfrentan particularmente por los efectos de la pandemia.

De acuerdo con el Estudio sobre la Demografía de los Negocios publicado por Inegi, en 2020 un millón de empresas tuvo que cerrar definitivamente a causa de la crisis sanitaria. A ello se suma una baja de demanda que ha reducido las medidas de liquidez en las empresas, así como los obstáculos de los emprendedores al momento de solicitar alternativas de solvencia financiera como el acceso a créditos.

Las empresas tienen la necesidad de generar liquidez y reestructurar sus soluciones crediticias para hacer frente a sus obligaciones de deuda. Para ello, el sistema financiero juega un rol fundamental, a través del otorgamiento de nuevas formas de financiamiento asequibles en un contexto tan complejo como el actual, en el que permanecen problemas estructurales en la oferta y la demanda de créditos que se explican por los ajustes en la política de riesgo por parte de las instituciones financieras.

Por un lado, el crecimiento anual de crédito al sector privado no financiero ha mantenido una tendencia de crecimiento sostenido en el crédito a empresas grandes, a las cuales se les otorgó 42% de los créditos al primer trimestre de 2021. El 58% restante fue para las micro, pequeñas y medianas empresas, pero con una tasa de interés más alta, con respecto de las grandes empresas.

La razón del diferencial de tasas que pagan las empresas tiene sustento en la cobertura del riesgo de impago en las instituciones financieras, pues mientras que en las empresas grandes el Índice de Morosidad (IMOR) es menor (1.3%), las Pymes en su conjunto presentan un IMOR de 6.8%, por lo que el crédito que se les otorga es mucho más riesgoso por las posibles cuestiones de impago.

Es imperativo que el sector financiero continúe apoyando a las empresas con créditos, con esquemas de pago flexibles, esto permitirá que cuenten con liquidez; desde luego, es importante que las empresas evalúen sus opciones y planeen su flujo de efectivo.

Vale mencionar que las Pymes se encuentran en desventaja respecto de las empresas grandes no sólo en temas de financiamiento, sino también en temas de competitividad, desarrollo e innovación, aspectos que dificultan su crecimiento, por lo que, además de resolver los temas financieros, es urgente impulsar apoyos que ayuden a subsanar estas desventajas para evitar la pérdida de los millones de empleos que se generan en estas unidades económicas, así como de la capacidad productiva de la economía mexicana, generada a través de las empresas.

El contexto actual ha dejado claro que, en tanto no exista claridad sobre el rumbo y efectos de la pandemia, las empresas tendrán que impulsarse a sí mismas a través de la implementación de planes de mejora continua, en donde el papel tecnológico juega un rol fundamental. En los servicios financieros, por ejemplo, las Fintech ofrecen alternativas que fomentan la competencia y promueven la innovación a través de adaptarse a las necesidades de los usuarios. Las empresas que no puedan adaptar sus procesos al mundo digital enfrentarán mayores dificultades para recuperarse.

Al final, todos tenemos responsabilidades sobre el rumbo económico de nuestro país; ha quedado claro que en el corto plazo habrá pocos apoyos públicos para las empresas y que, en su caso, serán insuficientes. Necesitamos aportar desde nuestras posibilidades a la supervivencia de nuestras empresas en favor de los empleos y el bienestar.

Presidente de Consultores Internacionales, S.C.

Google News

TEMAS RELACIONADOS