El pasado 1 de mayo celebramos el día internacional del trabajo, en recuerdo de un grupo de trabajadores que en 1886 fueron ejecutados en Chicago, luego de que una manifestación pacífica para exigir un horario laboral de ocho horas se convirtiera en revuelta y terminara con la muerte de varios policías.

El día del trabajo es siempre una celebración del empleo digno y formal, pero también de la generación de ellos, del esfuerzo que hacen millones de empresas a través de la inversión para generar valor agregado.

La fecha es un buen recordatorio sobre la necesidad creciente que tiene este país para conservar y seguir generando empleos en medio de la presente crisis económica. En Consultores Internacionales, S.C. estimamos que al cierre del año podríamos ver la pérdida neta de hasta 425 mil empleos formales y podríamos tener una tasa de desempleo abierto alrededor de 5.7%.

Nos hemos planteado una simple pregunta: ¿tienen el gobierno la posibilidad de incidir en la generación de empleos del país? Aunque parezca obvio, la respuesta es sí y procedemos a sustentarla.

Hemos realizado un análisis muy sencillo, utilizando la Matriz de Insumo Producto (MIP), publicada por Inegi. La MIP es un modelo que muestra las interacciones (oferta y demanda) entre todos los sectores económicos de un país, de manera relativamente sencilla. A simple vista, la revisión de la MIP permite saber, por ejemplo, cuánto acero compra el sector automotriz o cuánta cebada la industria de la cerveza. Mediante dicho modelo y la aplicación de algunos algoritmos, podemos evaluar también los efectos de elementos como la inversión o el gasto público en la producción, en el valor agregado e incluso en el empleo.

Para este ejercicio, supusimos el incremento de 1% en el gasto público designado a cada uno de los sectores económicos, con un objetivo muy sencillo, identificar cuál es el efecto en el PIB y en el empleo.

Los resultados son por demás interesantes. Primero, según la MIP, el gasto público se concentra principalmente en actividades legislativas, gubernamentales y de impartición de justicia (47%), en servicios educativos (29.2%) hospitales (12.6%) y el restante 10.6% en 15 sectores más de la economía, es decir, únicamente 18 sectores de 79 (según la clasificación de la MIP) reciben gasto público. Con estas consideraciones, hemos evaluado que aumentar 1% del gasto público a esos 18 sectores generaría un crecimiento del orden de 0.12% en el PIB nacional, impactando a todos y cada uno de los sectores económicos y generando alrededor de 71 mil empleos.

Los sectores no gubernamentales con mayor crecimiento serían relacionados con temas informáticos, impresión, servicios profesionales, radio y televisión, industria química, otras manufacturas, principalmente.

¿A qué se debe lo anterior? Al aumentar la demanda en estos 18 sectores, cada uno de ellos demanda a su vez insumos al resto de la economía, un sector puede demandar varias decenas de sectores productos y servicios necesarios para cumplir con esa demanda, lo que a su vez se convierte en la generación de nuevos empleos.

Esto es, la economía es un sistema complejo de interrelaciones sectoriales, en el ámbito nacional e internacional, en el que intervienen las familias, las empresas y, por supuesto, el gobierno.

A pesar de lo anterior, el gobierno insiste en aplicar políticas restrictivas, de austeridad y reducción del gasto con lo cual sólo podemos augurar que lejos de mejorar el desempeño de la economía, lo va a deteriorar. En tiempos de una crisis como la actual, la expectativa es que el gasto público sea un incentivo que, utilizado con alta precisión, permita atenuar los efectos del ciclo económico.

Proteger el empleo y a las empresas es desde nuestra perspectiva una de las tareas más importantes del gobierno, ya que es en ellas donde se generan ingresos para las familias, bienestar y la capacidad de desarrollo para las siguientes generaciones.

Presidente de Consultores Internacionales, S.C.

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