El nuevo acuerdo que regulará las relaciones económicas entre México, Estados Unidos y Canadá será crucial para el desarrollo de las actividades productivas del futuro en América del Norte. El texto del acuerdo que marca la sucesión del TLCAN y que está disponible en el sitio oficial de la Secretaría de Economía muestra 34 capítulos, entre los cuales se abordan la facilitación del intercambio, el comercio digital, políticas anticorrupción y los temas laborales, aspectos cruciales para la economía de México y nuestros socios comerciales.
La política de libre comercio ha dado importantes dividendos a los productores de los tres países. Hoy en día se cuenta con industrias altamente competitivas, con presencia en los mercados globales y que tienen gran complementariedad e interdependencia productiva. También hay una marcada marginación para empresas que no se pueden sumar del todo a esta dinámica. Independientemente de ello, el libre intercambio desarrollado entre 1994 y 2019 permitió gran crecimiento, modernización y cambios en la geografía económica de nuestros países. A manera representativa, hoy se erigen nuevas regiones industriales que están cambiando radicalmente sus perfiles productivos.
De acuerdo con reportes de 2019 de la Organización Mundial del Comercio, Estados Unidos se convirtió en líder en los segmentos de la comunicación y tecnologías de la información, además de diversas industrias estratégicas. Para México, el afianzamiento de las áreas automotriz y de manufacturas han creado un nuevo rostro productivo. En Canadá se despliega el potencial en el ámbito tecnológico, manufacturero y financiero. Además, la liberación de los servicios en la región cuantificó más de 400 billones de dólares en 2018.
A la firma de un acuerdo final para la concreción del T-MEC esta semana en Palacio Nacional, por parte de representantes de las tres naciones, le sigue un periodo de revisión y ratificación en cada país. Para detonar con mayor vigor el intercambio de bienes y seguir creciendo, el tratado pasa por su último escrutinio y la segunda quincena de diciembre de este año será crucial para su visto bueno. Es prudente, por la seguridad y certidumbre económica, garantizar por medio de negociaciones el acuerdo. La clase política en Washington, después de algunos desacuerdos entre líderes demócratas y republicanos parece ceder ante una realidad ineludible que es el futuro económico de América del Norte no obstante que los temas del acero, aspectos laborales, medio ambiente y arbitraje desataron tensiones por parte de la administración Trump. Cabe agregar que ante ello, la posición comercial de México y Canadá siempre privilegió el diálogo y el consenso.
De concretarse esta última etapa, iniciaremos 2020 con un pilar estratégico para la economía de nuestros países. Con ello debemos prepararnos hacia un futuro en el que vienen cambios totalmente disruptivos y que modificarán radicalmente las actividades comerciales en la región. En esto, serán cada vez más notorios los procesos ligados a los e-business, la migración a procesos digitales, la automatización, los robots, la inteligencia artificial y la fusión del mundo virtual con el real que define ya la nueva etapa de competitividad económica internacional.
El libre comercio del futuro se caracterizará por una gestión y operación de plataformas electrónicas desde las compañías y los hogares, con una logística y cadenas productivas y de distribución con mayor sofisticación, incluso con innovaciones en las industrias, servicios y procesos que apenas nos imaginamos y que empezarán a notarse muy pronto.
Como nunca, las actividades vinculadas al sector externo estarán cada vez más integradas e interdependientes que nunca. Además de estar altamente tecnologizadas, tendrán una conectividad plena hacia los mercados, con traslado breve y directo de productos hacia los consumidores. El T-MEC propiciará que el movimiento de bienes y servicios sea cada vez más versátil en las diferentes regiones productivas de nuestros países.
Por otra parte, el control en aduanas, automatizado y con una mayor rigidez en los controles y seguridad permitirá un cumplimiento expedito en el despacho, los trámites y registros asociados a las exportaciones e importaciones. Así las cosas, la triangulación, el contrabando y otras dinámicas asociadas a los problemas del comercio probablemente serán eliminadas.
El libre comercio del futuro nos permitirá experimentar un entorno de ciencia ficción. De momento, y convencidos de que el crecimiento económico estará ligado a los efectos de las políticas públicas y la capacidad de los actores privados para aprovechar los mercados, nos mantenemos al pendiente de los pasos finales que tendrá el T-MEC para su implementación.
Académico de la Universidad del Valle de México, Campus Querétaro